El regreso a la escuela se puede convertir en una época verdaderamente estresante y si a esto le sumamos la vuelta de manera presencial, podría llegar a rebasar nuestros límites para manejarlo.
Si hacemos un análisis detallado, podemos ver el inicio de las clases en tres fases: antes durante y después. El empezar un nuevo año escolar desde el “antes” significa pago de inscripciones, revisar uniformes, listas de libros, forrar los útiles, etcétera, lo que representa un gasto fuerte dentro de la economía familiar.
Al llegar a la fase “durante” es cuando nos topamos con nuevos salones, compañeros y maestros, lo cual suena como una gran aventura para los chicos, pero ¿a cuántos de ellos el enfrentarse a tantos cambios les genera estrés? Es verdad que estos cambios a algunos les causa ilusión, pero a otros, les puede traer ansiedad y no solo a ellos, sino también a otros miembros de la familia.
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Y finalmente la fase del “después”; el día a día, entrar en la rutina, significa nuevamente despertarse temprano, preparar el lunch, tráfico por las mañanas, tareas, clases extraescolares, la práctica de algún deporte, en fin, mil y un cambios en la rutina y la estructura familiar.
La exposición a todo este estrés puede generarnos un “psicovirus”, algo parecido a un virus que nos desajusta internamente. Es importante comprender que las emociones no son un agente patógeno ni una infección. No hay virus emocionales. En realidad, debemos entenderlas como una respuesta psico-inmunológica de nuestro cuerpo.
En el momento que las emociones cumplen su función ayudan a que el organismo se enfrente exitosamente a cualquier bicho que genere una enfermedad, pero cuando no cumplen su finalidad de supervivencia, se transforman en agentes dañinos los cuales hacen que el sistema inmune no actue como debiera.
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Cuando el sistema inmune-emocional esta´ deprimido, es fra´gil, nos convierte en seres vulnerables; pero cuando esta´ fortalecido tiene la capacidad de resistir el ataque y con ello hacerse más fuerte.
Por lo tanto la mejor vacuna contra cualquier enfermedad es la educación emocional. Por ello te comparto cuatro claves para fortalecerla:
- Comprende las emociones: Cuando te das un espacio para reconocer y distinguir las emociones que tienes, puedes dar un paso más para aceptarlas y comprenderlas. Esto te ayudará a desarrollar tus habilidades intrapersonales y alcanzar la autodisciplina y autocontrol. Dispón de un tiempo para cosas que te hacen sentir bien, bailar, leer, escribir algo te puede ayudar a reconectar con el disfrute en un periodo de estrés sostenido.
- No descartes las emociones: Reprimir nuestras emociones no es saludable ni recomendable, al contrario; lo ideal es darles el lugar y la dimensión que les corresponden. No podemos racionalizar lo que sentimos y no lo podemos evitar, pero sí podemos saber qué tan importante es eso que sentimos, si vamos a dejar que ocupe el centro de nuestras vidas o lo vamos a dejar pasar.
- Fortalece tus habilidades interpersonales: Evita estar tanto tiempo aislado, conectado a las pantallas o dispositivos digitales. Fomenta un trato más humanizante, mira a los ojos, propicia -dentro de las posibilidades- un mayor contacto físico, fortalece tus amistades a través de una mejor comunicación, cooperación, negociación y empatía. El compartir las cosas del día a día, tus problemas y tus preocupaciones con personas de confianza o que hayan pasado por una situación parecida a la tuya, ayuda a encontrar soluciones y a sentirnos menos solos para afrontarlo.
- Ábrete a los cambios: Existen varios tipos de cambios, los que son inevitables y que no dependen de nosotros y aquellos que nosotros mismos propiciamos. Independientemente sean cuales fueren los que experimentemos, debemos estar abiertos a ellos: incluso es probable que puedan ayudarnos a mejorar nuestra situación. Apóyate con tu familia, no hay nada más enriquecedor y sano que aprovechar las reuniones en familia, platiquen de las actividades cotidianas que viven, esto te ayudará a descubrir qué es lo que genera tanto estrés.
El bienestar mental y emocional es esencial para el desarrollo integro de la persona. El cuidar nuestra salud emocional nos ayuda a hacer frente a situaciones difíciles, para que triunfemos en la lucha contra el estrés y las circunstancias difíciles en el futuro.
Y tú ¿ya tienes lista tu vacuna emocional?.
Soy Sergio Cazadero y te quiero compartir, cómo hacer para crecer.
