Los enfoques han ido desde perspectivas como la mejora de la producción, de los procesos, de las famosas reingenierías y como una alternativa poco experimentada: enfocarse en las personas.
Desde los años 20 del siglo pasado, con investigaciones novedosas que comenzaron a abordar temas desconocidos de las organizaciones como la importancia de las relaciones humanas, el liderazgo, la comunicación informal y la motivación, entre otros, se fue demostrando cómo estos factores colaboran en la generación de ambientes saludables de trabajo impactando de manera directa en la producción favorable de las empresas.
Sin embargo, muy a pesar de lo anterior y de la fuerza que ha podido tomar el humanismo en distintas áreas, aun 100 años después, es un campo poco explorado por las organizaciones. Pareciera que comienza a abrirse una brecha, paradójicamente en una época en donde ha tomado auge la importancia del desarrollo personal, a su vez también va tomando mayor fuerza la ideología de competencia y el consumismo: el que más haga, el que más tenga; es el que ES más y vale más.
Evidentemente esto no se reduce a las empresas, porque ¿quién administra las empresas? Las personas, es decir, que para que un enfoque centrado en el desarrollo de las personas pueda tener cabida en las organizaciones, necesita primero ser mirado e integrado por los empresarios, directivos o bien por líderes que tengan la suficiente fuerza para poder impactar en sus organizaciones con ideologías contrarias a lo que un mundo competitivo dicta.
Esto a su vez podría dejar ver una carencia emocional y de identidad en muchas de las figuras citadas en el párrafo anterior, que utilizan los bienes y el estatus para lograr definir quiénes son ellos mismos. Ante este tipo de visiones de vida, estarán dispuestos a llevar horarios excesivos de trabajo violentando sus espacios familiares, sociales, labores y por ende muchas de sus relaciones personales más cercanas, será entonces complicado que tengan la capacidad de fomentar en sus equipos de trabajo, lo que no son capaces de darse a sí mismos.
Pero ¿qué es lo que sí se puede hacer? Lo primero y más “sencillo” siempre será mirarse a sí mismo y poder reconocer el tipo de persona que se es; el líder marcará en la mayoría de los casos el límite del equipo al que coordine, esto no quiere decir que este será el único responsable del desarrollo de todos, pero sí será el responsable de generar y modelar las condiciones necesarias para que cada persona sea capaz de potencializar sus propias habilidades, sí, aún en condiciones desfavorables de trabajo es posible que las personas puedan desarrollarse porque el mayor éxito para ello, es lograr relaciones humanas sanas que fomenten este crecimiento y a su vez el de la organización.
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mgm