PIENSA JOVEN

Desarrollo humano: La importancia del AMOR en el enfoque centrado en la persona

Por qué estamos tan empeñados en buscar el amor, ¿por qué es un tema tan recurrente y tan deseado?

ESTILO DE VIDA

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Créditos: Foto: Freepik.es

Día tras día nos encontramos saturados de la palabra amor, hemos hecho un uso desmedido que desvía su verdadero significado y lo hace ver como algo superficial. Vemos frases repetidas que cosifican al amor en un producto de consumo, “regala amor, no lo compres”, “demuestra tu amor con un diamante”, “ámalo con un regalo de XX”.  Hemos incluso tasado en estadísticas su durabilidad, según la revista Forbes 54% de las personas en México dicen estar enamoradas en este momento de su vida, según Facebook se han incrementado los usuarios de páginas para encontrar pareja, 36.5% de usuarios han tenido una relación sentimental o sexual con alguien que conocieron a través de una red social.

Pero, ¿por qué tanto ahínco en encontrar el amor?, ¿Cuál es esa razón por la que buscamos incansablemente esa otra persona?, ¿Por qué se convierte en un tema tan recurrente y tan deseado? Buscando respuestas, hemos tratado de encontrarle al amor probabilidades de éxito o fracaso de acuerdo a numerología, signos zodiacales, posiciones astrales de nacimiento de cada uno, lecturas de tarot, de mano, carta natal y diversas formas que nos pronostiquen que ese tan deseado “amor” llegará a nuestras vidas.

La Real Academia Española, dice que el amor es ese sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser. ¿Será que verdaderamente el amor requiere de la insuficiencia y de la necesidad? La definición de la RAE sin duda si tiene un concepto que se conecta con el Desarrollo Humano y es el encuentro y la unión con otro ser. ¿Pero cómo hacemos para lograr ese encuentro?

De acuerdo con Martín Buber, filósofo austríaco – israelí, el amor es esa conexión cósmica que sucede cuando dos personas entran en relación. Esto puede sonar sencillo, sin embargo, entrar en relación tiene condiciones muy sutiles. Buber plantea en sus estudios sobre Filosofía del Diálogo que no es posible que se pueda existir como ser humano sin que haya otro ser. A este relación le llama Relación Yo-Tú.  Entrar en relación no es precisamente el de una pareja, entrar en relación es todo acercamiento que existe de una persona a otra.

 Desde que nacemos, tenemos ya una conexión de amor, el simple hecho de estar vivos es porque fuimos amados y cuidados desde nuestro nacimiento. Somos dependientes de los cuidados de otro para sobrevivir, necesitamos ser alimentados y ser socialmente aceptados en nuestro círculo social, somos educados según valores que nos marcan el camino para ser socialmente incluidos, bajo estos valores, aprendemos que hay ciertas conductas que son mejor percibidas que otras. Desde nuestra infancia vamos adaptando nuestro ser auténtico a la necesidad de aceptación del otro, nos vamos condicionando y vamos formando una falsa idea de amor, un amor condicionado. En algunos casos, esta búsqueda de aceptación no sólo se enfoca en complacer, sino también en cumplir niveles de exigencia que someten a la persona a estrés y a una dinámica de competencia, que los distancian de tener una relación honesta con el otro pues está en todo momento una rivalidad oculta.

Estas formas de condicionar el amor las vamos repitiendo desde niños hasta la adultez. En el camino hacia la vida adulta buscamos agradar al otro para lograr su aceptación, su atención y su amor; cumplimos exigencias, complacemos y así vamos olvidando nuestro ser auténtico y nos convertimos en lo que los demás quieren ver de nosotros.  La persona en tanto más desapegada está de lo que auténticamente es y más en relación a lo que se espera de ella tendrá relaciones de menor conexión, de menor amor genuino, perderá lo que Buber llama relación Yo – Tú y entrará en lo que en Desarrollo Humano definimos como Estado de Incongruencia. Este estado lo reflejamos en un adulto imposibilitado en crear relaciones profundas, significativas y reales que lo llevan a desarrollar todo tipo de neurosis, estrés, falta de pertenencia a círculos sociales, sentimientos de angustia, soledad, normalización de la violencia, apatía y síntomas que en general lo alejan de un estado de bienestar y lo hacen sentir inadaptado.  Esto no quiere decir que no exista o pueda tener una relación, por supuesto la habrá, pero no será una conexión auténtica sino adaptada a valores, costumbres, hábitos o constructos heredados.  Estas relaciones basadas en algún tipo de conveniencia o beneficio (aún cuando el beneficio sea la misma aceptación social), Buber la llama la relación Yo-Ello, la cual establece relaciones conforme le convenga a los constructos sociales a los que pertenece, responde a lo que se espera de la persona, al beneficio que pueda obtener de la relación, a los constructos sociales inculcados, entonces, la relación se establece mediante construcciones racionales, es decir, convierte la relación en un objeto,  de acuerdo a esto, la cosificación del otro cosifica no solo la relación sino la otra parte y esto impide que el amor ocurra pues no existe relación entre las cosas.

Contrario a esto, la relación en amor sucedería entre dos personas que no esperan ningún beneficio del otro más que el mismo encuentro. El amor únicamente sucede entre la relación Yo - Tú.  Este encuentro es un acto de amor, implica un riesgo porque se encuentran dos vulnerabilidades, ambos se exponen, se muestran tal como son en su real dimensión. Entrar a esta relación implica dejar a un lado la verticalidad de la comunicación, dejar a un lado títulos académicos; además de diferenciar la actitud orientadora y la actitud realizadora que Buber plantea en su Principio Dialógico.

La actitud orientadora nos ofrece seguridad, calma, tranquilidad es decir todo lo conocido (relacionado con el yo-ello). En la actitud realizadora está incluido todo aquello que nos conduce a traspasar fronteras, ir hacia lo desconocido (relacionado con el yo-tú).  

Ante esta disyuntiva, Celedonio Castañedo afirma que “el ser humano se ve situado frente al abismo de la dualidad porque siempre quiere ambas cosas: la seguridad con la sensación de que todo permanecerá como está y el riesgo de una conexión auténtica y amorosa con todas sus posibilidades creadoras e inaugurales”.

Pero cómo podemos alejarnos de las relaciones Yo- ello y entablar relaciones Yo - Tú. El Desarrollo Humano propone comenzar con una valoración de nuestra propia experiencia, es decir, indagar cuáles son los principales constructos que forman a nuestra persona; a esta exploración de nosotros mismos le llama Principio de Identidad, el cual lleva a la persona a identificar sus constructos sociales versus lo que la persona es de manera auténtica. Es decir, la disociación del yo ideal (lo que le hicieron creer a la Persona, lo que se espera externamente de ella) y el yo real (quien es la persona en esencia, lo que cree y lo que quiere de la vida).  Realizar esta valoración permite entrar a un Estado de Congruencia, y adquirir además autenticidad y sobre todo conectarnos con el amor a nosotros mismos.

De acuerdo a Ryan Niemiec autor de las Fortalezas de Carácter, estas cualidades rodean una de las fortalezas de relación más importantes del ser humano que es, la Fortaleza del Amor. El amor involucra el trato con el otro, la aceptación, la compasión, el respeto, la validación y aceptación del otro por el simple hecho de existir. Todas estas características generan un ambiente de confianza, de amabilidad, de comprensión, un ambiente propicio que invitará a ese Otro a abrirse, a mostrar su vulnerabilidad, a arriesgarse al encuentro y a entablar una relación auténtica. El amor entonces nace desde la trasparencia, de la conexión con el amor que nace de nosotros mismos y de la búsqueda de abrazar el amor que nace en el otro al encontrar su propia autenticidad y en ese abrazo está el Amor.

El amor genera vínculos indivisibles, derriba fronteras y acerca a las personas a crear un puente desde su autenticidad a la autenticidad del otro.  Este vínculo donde al menos una persona está en congruencia acompaña a que el otro se encuentre a sí mismo. La relación que se establece le regresa a la persona en incongruencia su Poder Natural de decidir, de ser, de existir porque ya no está condicionada y en esa  libertad encuentra la congruencia y la forma más expansiva del amor, el amor por el hecho de ser.

Todo lo que necesitamos es el vínculo primero hacia mí y luego hacia el otro. Bien dice Irving Yalom: “lo que cura es el vínculo” y lo que genera el vínculo es el amor.  Si hubiera más amor genuino en el mundo, seríamos un universo más congruente, más transparente y más auténtico.  All you need is love, love is all you need, love is all we need.

“A los sentimientos se les -tiene-, el amor ocurre. Los sentimientos habitan en el ser humano, pero el ser humano habita en su amor. Esto no es una metáfora, es la realidad: el amor no se adhiere al Yo como si tuviese al Tú  solo como contenido, como objeto, sino que esta entre Yo y Tú. Quien no sepa eso con todo su ser, no conoce el amor, aunque atribuya al amor el sentimiento que vive, que experimenta, que goza y exterioriza. El amor es una acción cósmica”. M. Buble

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mgm