El matrimonio de María Félix con Enrique Álvarez Alatorre fue para la actriz, al menos en su inicio, el escape a una vida de control al que era sometida por su padre, un militar que ni siquiera le dejaba elevar la voz, debido a que consideraba que era una falta de respeto en contra de su persona.
El contexto en el que vivía "La Doña" era el de una joven que debía aprovechar cualquier oportunidad para salir de casa y tener una vida nueva. Fue durante su adolescencia que conoció al que fue su primer marido en una fiesta de disfraces.
Tras una plática amena, él quedó enamorado de ella y comenzó a buscarla en su casa. La primera excusa que tuvo para acercarse a ella fue el enseñarle los productos de belleza que vendía de puerta en puerta.
Poco después, se hicieron novios. Él no perdió el tiempo y le pidió que se casara con él. Pese a que no lo amaba como él lo hacía con ella, María aceptó el trato convencida de que tendría una vida mucho más libre.
Su padre no estaba conforme con que se llevara a cabo la unión matrimonial, por lo que su hermano Miguel fue el encargado de sujetarla del brazo y llevarla hasta al altar en el que ella vislumbraba una existencia más tranquila.
Sin embargo, la realidad se tornó oscura para la nacida en Sonora, ya que, como ella definió en el libro "Todas mis guerras", solamente pasó de una cárcel a otra.
Una noche de bodas infernal
Pese a que el que se convirtió en el padre de su único hijo decía amarla, la luna de miel fue un suplicio para María, quien había llegado virgen a esta unión.
De acuerdo con lo que contó la diva del cine de oro, sintió el momento como una tortura, debido a la falta de tacto de su esposo, quien no tuvo cuidado al comenzar a tener intimidad.
"Sentí el desfloramiento como una agresión tremenda, como si me traspasaran con un puñal", dijo.
A Álvarez le costó dos semanas consumar el acto con su esposa, ya que ella salía corriendo cada vez que sentía que el hombre la estaba lastimando durante el acto sexual.
"El pobre daba vueltas por el cuarto como lobo en brama", dijo.
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Lejos de sentirse complacida con el momento, la estrella de Enamorada decidió cortarse el cabello justo al día siguiente. Ella especulaba que esto podría haber sido una muestra de cómo quiso evitar todos sus atributos para no volver a sufrir algo igual. Nunca le perdonó esto.
Por si fuera poco, los celos de Enrique provocaban que este la dejara encerrada en casa, debido a que temía que otros hombres se acercaran a ella y le enviaran piropos.
Los malos tratos hacían que María no pudiera vivir en paz, pero al final, la gota que derramó el vaso fue la ocasión en la que su marido regresó de trabajar con una enfermedad de transmisión sexual, lo cual desató una discusión que Enrique no podía ganar y fue la génesis de su divorcio.
"La Doña" pudo librarse de su entonces esposo y en el proceso convertirse en una mujer independiente, así como en una de las leyendas más importantes del cine mexicano.
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