Lola Beltrán fue una de las cantantes y actrices más importantes de la época dorada del cine de mexicano. Su carrera en los escenarios y la vertiginosa vida que tenía la llevó a pasar por temporadas en las que no pudo cumplir uno de sus más grandes anhelos: tener un hijo varón.
Pese a que ya tenía una hija, llamada María Elena, la intérprete trató muchas veces de completar su familia con un niño. Este deseo no hizo más que crecer cuando su vástaga se fue a estudiar al extranjero. La situación se complicó todavía más cuando comenzó a padecer abortos espontáneos.
Sin esperanza de que la naturaleza se aliara con ella en la letanía de embarazarse y dar a luz de nueva cuenta, Beltrán encontró una solución de la cual jamás se arrepintió: darle la esperanza de vida a un huérfano, adoptarlo y criarlo como suyo. Fue así que llegó a su vida José Quintín.
"Fueron como cuatro los que perdió", aseguró Ángeles Beltrán en el programa "La Historia detrás del mito".
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Se apaga una estrella
El pequeño llegó a la familia Beltrán en 1980, a quien creó como suyo. Al considerar al pequeño como parte de su familia, la estrella de cine mexicano se informó sobre la forma en la cual podría redactar un nuevo testamento para que también se incluyera al niño y no solamente a a María Elena.
Sin embargo, estos planes nunca se pudieron llevar a cabo, debido a que comenzó a sentir molestias en el pecho, las cuales, de acuerdo con un médico, eran indicio de que padecía una afección cardiaca. Este diagnóstico fue uno de los motivos por los que viajó a El Rosario, Sinaloa, para visitar a los suyos
Durante el viaje, pronosticó que moriría pronto, así que dio instrucciones precisas para que la enterrarán y su cuerpo pudiera descansar. Cuando regresó a la Ciudad de México, Lola "La Grande" tuvo su primer infarto, por lo que tuvo que ser hospitalizada para que los médicos la revisaran.
Tras esto, la actriz fue operada. Quintín cuenta que pasaron dos días antes de que lo dejaran ir a verla. Destacó que lo primero que hizo ella fue sonreírle y decirle que no se podía ir de este mundo, debido a que no había terminado de criarlo y aún debía velar por su seguridad. Pese a esto, murió.
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No le dejó nada a su hijo adoptivo
El 24 de marzo de 1996 los medios de comunicación reportaron que la cantante había perdido la vida en la Ciudad de México. Al momento de revisar los documentos relacionados con la herencia de la intérprete, los abogados notaron que no había ningún bien ligado a su hijo José.
El muchacho tenía 16 años de edad cuando Lola dejó este mundo, pero aún así luchó para no quedarse desamparado y sin ningún peso en la bolsa. Para esto, tuvo que iniciar un proceso legal en contra de María Elena, quien había sido designada apoderada y heredera universal de todo lo que perteneció a Beltrán.
La ley mexicana sirvió para que el joven fuera protegido y se le diera el 50 por ciento de los derechos de la herencia. Aunque recibió el dinero, el pleito legal trajo como consecuencia que José se enterara de que era adoptivo, debido a que Lola le había hecho creer que era su hijo biológico y que su padre había muerto.
A 15 años de haberse separado por el conflicto, María y José se reunieron para limar sus asperezas. Llegaron al final a una arreglo ante un notario público.