Cúpula

70 años de Pedro Páramo

En unos días circulará la edición conmemorativa de la obra, gracias a la fundación Juan Rulfo ofrecemos un fragmento del texto introductorio

70 años de Pedro Páramo
Foto: Fotos: Cortesía y Fundación Juan Rulfo 

La primera edición de Pedro Páramo se terminó de imprimir el 19 de marzo de 1955. La reseña de Edmundo Valadés, primera de todas, apareció 11 días después: “Desconcertante, lista a inquietar a la crítica, está ya en los escaparates la primera novela de Juan Rulfo, Pedro Páramo, que transcurre en una serie de transposiciones oníricas, ahondando más allá de la muerte de sus personajes, que uno no sabe en qué momento son sueño, vida, fábula, verdad, pero a los que se les oye la voz a través de la ‘perspicacia despiadada de tan sin duda extraordinario escritor’”. Valadés glosaba aquí, entre comillas, una frase de la primera solapa de aquella edición, agregando que “su fantasía juega con la realidad en un contrapunto fascinante, con una cierta manera kafkiana –y dicho esto sólo tratando de hallar una referencia que en nada empaña la propia originalidad de Rulfo–”. La relación con Kafka, inusual en la crítica mexicana, fue la primera que se hacía entre Rulfo y un autor extranjero. 

A Rulfo y Kafka los retomará el autor español Manuel Vilas al participar el 22 de marzo de 2017 en un acto en la Casa de América de Madrid por el Centenario de Juan Rulfo. Su intervención, recogida en video, iniciaba con una reflexión sobre Pedro Páramo que es buen ejemplo de la crítica de los escritores, tema poco explorado a no ser, y como pionero, por Ricardo Piglia. Éstas son las palabras de Vilas, con ajustes que facilitan su lectura: 

Bueno, yo pienso en decálogos, como Dios –risas–, que hizo los diez mandamientos… He escrito un pequeño decálogo rulfiano que se basa en mi experiencia de lector de Juan Rulfo, a quien yo… En mi opinión es un hito de la literatura en español. Me parece un gran enigma que haya una genialidad tan grande en estas coordenadas histórico-temporales de la literatura en español. Es para mí una de las grandes… Pedro Páramo y El Llano en llamas; pero estoy más obsesionado por Pedro Páramo. 

Fotos: Cortesía y Fundación Juan Rulfo 

Me parece maravilloso que eso haya sido escrito en español. Un enorme misterio, una leyenda literaria gigantesca. Entonces voy a intentar explicar en diez puntos mi experiencia de lector apasionado de Pedro Páramo. Para mí es probablemente la novela más importante en español junto con el Quijote. Creo que son las dos grandes novelas; es lo que me parece. Creo que es un texto de significaciones tan enormes como las que pueden encontrarse en el Quijote. Y voy a intentar explicar por qué. 

Primero: El lenguaje está tallado. Hay una elevación de la lengua popular a poesía. Rulfo se inventa una manera de hablar. Se reinventa la lengua española. Ya al principio de Pedro Páramo hay una reinvención del español; entras en un universo fascinante por la manera en que se está escribiendo, que no es la normal. Cuando dice: “Ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo”, hay ahí unos giros lingüísticos que tienen que ver con una aceleración del lenguaje propia de la poesía. Una reinvención en la que se basa toda la arquitectura narrativa de Rulfo y esa sensación atávica que produce. 

Segundo: Cada frase parece una condenación. 

Tercero: En Rulfo la muerte no existe. Nada se destruye, todo se transforma. La muerte es sólo una aspiración vaga que no acaba de acreditarse, como si morirse fuese sólo un derecho biológico que no suele concederse a los seres humanos y la razón del desistimiento de ese derecho es desconocida. 

Cuarto: Pedro Páramo es un poema épico. 

Quinto: La novela me recuerda al Kafka de El castillo. Los personajes en ambos escritores, Rulfo y Kafka, están viendo cosas que el lector no puede. Pero éste sabe que lo que están viendo los personajes es de orden sobrenatural. Por eso a veces los diálogos dan la sensación de irrealidad. Los diálogos y las observaciones peregrinas de los personajes de Kafka y de Rulfo se parecen. 

Sexto: A lo largo de la novela el lector presiente la lejanía de la verdad de los hechos narrados. Pero sólo presentirla nos alegra; aunque la verdad esté muy lejos parece que está. Da la sensación de que pudiera existir algo parecido a la verdad, de la que podrían emanar los hechos narrados. 

Fotos: Cortesía y Fundación Juan Rulfo 

Séptimo: Nadie se ama en la novela. No existe el amor. Esto me parece bárbaro, tremendo en Juan Rulfo: no existe el amor. La inexistencia del amor –y aquí está la paradoja–, sin embargo, y de manera inesperada, resulta liberadora. 

Octavo: Las causas que mueven los hechos son indescifrables. Eso en el supuesto de que existan las causas. Las cosas ocurren desvaneciéndose. Nada ocurre del todo. Da la sensación de que tal vez vaya a pasar algo, pero si pasa es lo mismo que si no pasa. 

Noveno: Las mujeres no son conscientes de ser mujeres. De repente los hombres les hacen cosas, pero las cosas que les hacen tampoco son demasiado importantes. Y todo cuanto los hombres les hacen ya ocurrió, es algo lejano, como mucho algo que sólo se recuerda; como el nacimiento, el mismo origen de Juan Preciado. Exactamente igual. 

Décimo: El misterio de la soledad es una liturgia que pasa de padres a hijos. El hijo y el padre –y esto es lo que más me gusta de Pedro Páramo– son el mismo hombre. Porque no existe el movimiento, no existe la novedad. No existe la vida; sólo una repetición del mismo rostro una y otra vez. Por eso le gustó tanto la novela a Jorge Luis Borges; estaba justo en el plano metafísico que a Borges le gustaba: todo el rato la repetición de un solo ser, de una misma persona: una especie de metafísica violenta, agria y, bueno, en alguna medida, poéticamente catastrófica. 

Vilas llevaba unas notas con su decálogo, pero antes deseaba hablar del lugar de la obra de Rulfo en la lengua española, con énfasis en Pedro Páramo. Su admiración por la novela es total, pero no quiere abandonar el campo del escritor (distinto, para Piglia, del periodístico y el académico) y decide comparar Pedro Páramo, dos veces, con el Quijote. 

Nada más lejano a Vilas que la crítica literaria mexicana, habituada a ubicar a Rulfo en un entorno geográfico y temporal estrecho, con escritores de interés apenas local o dentro del banal “realismo mágico”. Tales referencias tienen un origen identificable: a partir de la década de 1970 el reconocimiento literario en México se ha resuelto en un marco periodístico reducido a fórmulas repetidas hasta el hastío y a una disputa por el poder. Cuando Ricardo Piglia decía en 1998 que Octavio Paz “no fue otra cosa que un periodista” aludía a esto.

Por Pedro Páramo. 70 años. Edición conmemorativa 70 años 1955-2025,
Editorial RM/Fundación Juan Rulfo, España, diciembre de 2024.

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