Mente Mujer

En voz propia: la historia de Mariana

En 2005, Mariana, conoció a su exesposo en un foro de internet, tiempo después la violencia apareció reforzada por su condición de migrante en Europa

En voz propia: la historia de Mariana
Foto: El Heraldo de México

Mariana asistió a la firma del contrato de su nueva casa sin haberla visto nunca. Eduardo, su esposo, le dijo que “no pintaba nada” en la compra porque estaban casados por separación de bienes. Esto destapó el fuego de un incendio que llevaba años encendido. 

Entonces acudió al centro de igualdad más cercano a buscar apoyo. Al llegar solo pudo pronunciar diez palabras, pero fueron suficientes para que le ayudaran, y eventualmente se nombrara la situación que ella y sus hijos vivían en su casa: maltrato.

Llegó de México a España con 28 años para estudiar una maestría. Cargaba en su maleta expectativas, ilusiones, y la idea de que esta nueva experiencia iba a cambiarle la vida. Su historia ilustra un fenómeno social que ha tomado fuerza a lo largo de los años; el de las mujeres latinas que migran a Europa y en nombre del amor viven situaciones de violencia.

Mariana conoció a su exesposo en 2005 en un foro de internet. Llevaba poco tiempo en España y se sentía sola. Desde el principio, Eduardo le pareció un hombre atento, interesante y culto. Luego de hablar durante cuatro meses se conocieron en persona, y en 2008 empezaron a vivir juntos.

La violencia no tardó en llegar, pero de manera silenciosa y en empaques diferentes. Él empezó a molestarse exageradamente por detalles sin importancia. Le reprochaba los errores durante meses y la pellizcaba “de cariño”. Utilizaba su condición de migrante para humillarla diciendo que le encantaba México pero que ella hablaba raro, era cursi y muy sensible. 

“Me fue difícil ver la violencia física y psicológica porque hizo mucho hincapié en las diferencias culturales, y constantemente se colgaba la medalla de salvador”, comparte la entrevistada. “Eso a la mente le hace corto circuito y ya no sabes que estás viviendo”, añade.

Siempre mantuvo una relación amorosa con su padre y afirma que en algunos momentos Eduardo sacaba destellos de bondad similares a los de él: “De ahí me agarraba para seguir”.

Cecilia Estrada, Investigadora del Instituto Universitario de estudios sobre migraciones en España, comparte que el mito del amor romántico “lleva a pensar que hay que aguantar un poquito, porque más adelante va a llegar la gran historia. Pero esto no sucede porque existe solo en nuestras cabezas”. 

(Créditos: El Heraldo de México)

Se trata de una utopía posmoderna global e individualista en la cual “cada uno busca salvarse al encontrar una pareja y ser por fin felices”, asegura la investigadora y escritora, Coral Herrera.

Mariana perdió la perspectiva de dónde estaba parada. No contaba con una red de apoyo y el cambio de horario dificultaba la comunicación con sus familiares en México. Además, con el paso del tiempo empezó a perder contacto con las amistades que tenía en España: “Él sabía con quién dar buena impresión y cuando busqué apoyo en una amiga no me creyó, incluso me dijo que quizás yo debía reflexionar sobre mi actitud”.

De acuerdo a la Psicóloga y Directora del Centro de Psicología Thamar, Thalia Pérez, “en estos casos la soledad se utiliza como método de violencia psicológica para hacer sentir a la víctima que debe quedarse ahí porque ya no tiene a dónde ir”.

El maltrato aisló a la entrevistada. En una ocasión su mamá notó indicios físicos de violencia, pero ella lo negó por vergüenza. “Él siempre me decía que era exagerada y una buscona. Llegué a dudar de todo porque se suponía que él era mi apoyo, mi compañero, mi referencia”, comparte.

Cuando hay hijos de por medio las leyes en España protegen siempre a los menores, pero a la vez esto dificulta que las mujeres puedan volver a su lugar de origen donde tienen redes de apoyo. “En esta transición, muchas veces tienen que quedarse en la casa del agresor, porque es el que la mayoría de los casos tiene la vivienda”, comparte Pérez.

El apoyo que Mariana empezó a recibir del centro de igualdad, las clases de yoga que impartía, y volver a ejercer su profesión fue lo que le dio fuerzas para empezar a defenderse a ella y a sus hijos. Hoy ofrece terapia psicológica a mujeres que han pasado por situaciones similares. Le hubiera gustado contar con apoyo en su momento. 

Resulta más fácil admitir que una relación no fue como se esperaba cuando existe apoyo. “Lo que nos empodera a las mujeres es esa capacidad de tomar decisiones, y no podemos hacerlo sin dinero ni autonomía”, añade Herrera. Estos dos factores permiten tener otra perspectiva al migrar y entrar en una relación, para hacer esto último desde la libertad y no la necesidad. 

Estrada invita a desarrollar una mirada más profunda para cambiar la narrativa del por qué irse al extranjero: “Solo al observar los objetivos personales y darnos permiso de ser quienes somos, podremos experimentar una verdadera liberación con la ventaja que tenemos al salir de las fronteras”.

Hoy la entrevistada le diría a las mujeres que nunca se olviden de su vida: “Lo que me ha salvado a mí es el poder trabajar, sentirme independiente y recuperar mi autoestima”.

Aunque en ocasiones guarda todo en el cajón del olvido para funcionar, afirma que sigue luchando día a día. La hora de dormir es su momento con sus hijos. Les cuenta historias sobre su infancia y ellos le dicen que la quieren más. “¿Cuánto es eso? No lo sé, sólo sé que ellos me quieren más y eso también me ayuda a sanar”, comparte.

*Hasta el término de este artículo Mariana se encuentra en el proceso de tres casos legales.

*Los nombres fueron cambiados para fines de la historia.

PAL

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