Letras

“La vida es una contingencia”: Emiliano Monge

El escritor mexicano entrega Los vivos, una novela sobre la desaparición forzada desde una perspectiva de soledad, ausencia y dolor

“La vida es una contingencia”: Emiliano Monge
Emiliano Monge Foto: Cortesía UDG

Desde que estudiaba la carrera de Ciencias Políticas en la UNAM, a Emiliano Monge le interesaban temas como la migración y la desaparición forzada; ya como escritor no había encontrado un punto de arranque para abordarlos hasta hace 10 años, cuando en una conferencia científica escuchó la frase “los vivos”.

Así comenzó un vertiginoso proceso creativo que lo llevó no sólo a repasar las muchas posibilidades para escribir sobre una de las problemáticas más dolorosas de México y de muchos otros países de América Latina, sino también a establecer que su novela sería distinta a cualquier otra no sólo en su argumento, sino también en su construcción.

 “Es una historia que sí siento que escribí mucho con el cuerpo, porque me rebasó al nivel de la cabeza, digamos. Es un libro más inteligente que yo, sin duda alguna, porque hay mucha intuición, muchos  sentimientos que no se pueden explicar racionalmente”, dice el autor de Arrastrar esa sombra.

En Los vivos (Random House, 2024) no existe el tiempo, pero tampoco el espacio; no hay historias singulares, sino personajes como Vestigia e Hincapié, protagonistas de la novela que no está situada en ninguna parte, no es posible distinguir, en principio, si quienes habitan el libro están vivos, muertos, ausentes o desaparecidos, pero claro es que no son de un mundo fantasmal o rulfiano, sino que están o no, en otra parte.

En este sentido, en ese ningún lugar lo que hay es mundo de emociones, de dolores, extrañamientos, amores, desasosiegos y esperanzas.

“Es una novela de ideas y tiene que estar revestida, contrastada con algo. Y ese contraste tiene que ver con un mundo mucho más animal, mucho más natural, que le da cierta cimentación a toda esa parte de las ideas”, detalla.

Y agrega: “Hoy desaparece quien sea, no alguien que es perseguido por algo. En esa posibilidad de que cualquiera desaparece, hay una dimensión terrible porque la vida misma se convierte en contingencia y uno para vivir una vida que es contingente tiene que hacer como que no está pasando.

Y entonces es donde yo creo que aparece la literatura y el arte, porque aquello que no podemos ver o que decidimos no ver de una manera, sólo lo vamos a poder ver si nos lo muestran de un modo completamente distinto, me parece. Y yo quería nombres que evadieran esa necesidad de convertir instantáneamente a alguien en uno y  pudieran tener un eco de pluralidad.

Es más que apelar a la unicidad, apelan a un fragmento del  mundo interior, pero también del mundo exterior en el que están transcurriendo los personajes”.

Por Alida Piñón

EEZ

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