Pasan los años y todos cambiamos, en el aspecto físico, amistades, escuelas, trabajos y hasta en formas de pensar, pero lo que casi no modificamos es el gusto por las frituras, botanas o papitas. Ir a la tiendita de la esquina y pararte frente al exhibidor era toda una travesía, saladas, con limón, con queso, con chile, planas, en triángulo, retorcidas, era una gran variedad y difícil decisión desde pequeño, aun de grande cuesta elegir. Este salado bocadillo nos sirve para explicar cómo ha aumentado la inflación con el paso de los años.
La inflación es el aumento generalizado de precios y servicios a lo largo del tiempo, y las Sabritas o demás papitas nos sirven perfecto para este ejemplo, pues en la década de los años 90 tenía un costo de 5 pesos, ¡leíste bien!, su precio era muy por debajo del actual, pero eso no tiene que ver con la empresa, sino con el proceso inflacionario de todas las economías.
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¿Recuerdas cuánto costaban las Sabritas cuando eras niño?
Los que crecimos al final de la década de los años 80 y vivimos una infancia feliz en los años 90 gozamos comiendo Chetos, Rancheritos, Churrumais y Sabritas amarillas, nos alcanzaba perfecto para comprar una o dos en el recreo, y su precio no excedía los 2 o 5 pesos, con 10 pesos en tu bolsillo podíamos disfrutar este manjar y hasta para un boing te alcanzaba y sobraba. En el 2019 las Sabritas alcanzaron un precio de 15 pesos.
Actualmente este 2022 las Sabritas original de 45 gramos ronda de los 17 a los 20 pesos, en tienditas lo encuentras hasta en 12 pesos, dependiendo la versión del producto, y la explicación a ello es muy simple: el poder adquisitivo del peso ha disminuido mientras que la inflación ha subido, por eso hoy el dinero no nos alcanza igual que antes. “A que no puedes comer sólo una”.
Eso también explica por qué a nuestra edad nuestros padres tenían casa propia, auto, dos o tres hijos y se daban el lujo de salir a comer fuera de casa los fines de semana y hasta les alcazaba para darnos "domingo"; era mucho más fácil adquirir bienes materiales que ahora, además con el paso de los años han cambiado los hábitos de consumo.
Otro ejemplo está en el precio del refresco que en 1990 costaba 5 pesos y ahora hasta 19; el boleto del Metro en la Ciudad de México valía 1.50 pesos y ahora 5 por viaje, así que la inflación le pega a todo y a todos, pues aplica parejo sin importar las clases sociales, sólo que nuestros hábitos de consumo son los que hacen que tenga mayor o menor impacto en nuestra economía.
Hay precios más sensibles a cambios de la inflación que otros
Para medir como cambian los precios a lo largo del tiempo se utiliza una canasta de bienes y servicios que usualmente consume el promedio de los mexicanos, pero no todos los precios se comportan igual, unos suben y otros bajan en mayor o menor cantidad. Esto se debe a que hay precios que son muy sensibles a diferentes causas, tales como:
- Cambios en precios de productos que se comercian en el mercado internacional (como los precios de algunos productos pecuarios como el arroz, trigo, maíz, etc.)
- Decisiones administrativas por parte del gobierno (como en el caso de la tenencia, la gasolina, el transporte público, agua, etc.).
- Fenómenos naturales y climatológicos que generalmente afectan a los productos agrícolas (sequías, inundaciones, plagas, etc.)
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