A sus 78 años, Blue Demon mantenía la disciplina de levantarse temprano y viajar en Metro para seguir en forma. Asistió por última vez al gimnasio justo hace dos décadas, el 16 de diciembre del 2000, cuando en el trayecto de regreso a casa, se desvaneció.
Su muerte se estimó pasadas las 11 horas de la mañana, producto de un paro cardiaco. Inmediatamente se evocaron los recuerdos de sus hazañas cinematográficas, con batallas contra muertos vivientes, momias, vampiros y demás criaturas imaginarias que lo enaltecieron como un superhéroe.
Junto a El Santo, su máximo rival sobre el ring, es el estandarte de la época de oro de la lucha libre en México.
Se caracterizó por su físico tosco, técnica envidiada hasta por los mismos científicos, y una firme personalidad que lo llevó a ser reconocido en los continentes asiático y europeo. Por si fuera poco, se le llegó a llamar el rudo más querido.
La historia de la Leyenda Azul habla de una persona de origen humilde, que nació en Villa de García, Nuevo León, en 1922, y que desde joven comenzó a trabajar en los ferrocarriles. Ahí conoció al luchador Rolando Vera, quien lo introdujo en este deporte-espectáculo.
Su nombre fue Alejandro Muñoz Moreno, y en más de 40 años de carrera nunca perdió la máscara. Por otra parte, le quitó la tapa al Rayo de Jalisco, al Matemático y dejó sin cabellera al Cavernario Galindo.
Hizo mancuerna con Black Shadow, y el público los conoció como los Hermanos Shadow. Después de que El Santo desenmascaró a El Príncipe Negro, El Manotas comenzó a buscar venganza para su camarada. El acto se consumó en 1954, cuando le ganó el Campeonato Mundial Welter NWA a El Enmascarado de Plata.
“Para mí, Blue Demon representa honestidad, respeto al público y significa ser responsable”, mencionó Blue Demon Jr., destacando el papel de su padre como un referente de México para el mundo.
Los logros y el carisma consumados sobre el pancracio, llevaron a El Manotas a los cómics, revistas y películas de la época. A 20 años de su partida, todavía es parte de series y programas. Su máscara hoy está en murales, playeras, autos, cuadernos, tazas y miles de accesorios que evocan las carrera de una de las leyendas de la lucha libre mexicana.
Por J. Alexis Hernández y Gerardo Suárez