CÚPULA

De las alturas

—Gracias, doctor, por mis brazos biónicos, me cambiaron la vida. ¿Quién iba a pensar que la niña que se rompió los dos brazos se convertiría en una de las más grandes deportistas que ha tenido México?

CULTURA

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De las alturasCréditos: El Heraldo de México

Los niños ya habían roto la piñata. Los invitados ya habían cantado las mañanitas. La festejada ya había apagado las velas. Casi todos estaban disfrutando del pastel de vainilla con chocolate cuando uno de los hermanos de la festejada gritó: ¡Mamá, Lorena se cayó de las alturas y no se puede mover! 

   La música dejó de sonar, el mesero empezó a recoger los platos y todos los invitados se congregaron alrededor del lugar del accidente. 

Ahí, en medio del jardín, con una sonrisa rota estaba Lorena, de cinco años, tirada en el piso boca abajo; con una voz valiente y resignada aseguraba que no se podía levantar. Su mamá, que la conocía mejor que nadie, comprendió en ese mismo instante que su hija estaba viva de milagro, después de caer de una tirolesa de seis metros de altura. Siempre había sido una niña muy intrépida, por lo que intentó subirse con un brinco y agarrar el manubrio de la tirolesa, pero como solamente pudo detenerse con una mano, no fue suficiente y cayó al suelo. Lo demás se resume en una explicación concreta dada por el ortopedista: 

—Tiene deshechas las muñecas y también tiene rotos los dos brazos. 

—¿Cuánto tiempo va a tardar en recuperarse, Alfonso? 

—Semanas, probablemente meses. 

No hay que desesperarse, un día a la vez— dijo el doctor dejando caer un leve tono de angustia. 

—Pero voy a poder hacer todo lo que hacía antes, ¿verdad, doctor? 

         El doctor le sonrió a Lorena y ella le devolvió una sonrisa repleta de dudas. 

—Bueno, pero vamos a tenerle más respeto a las alturas, ¿de acuerdo?

Siguieron semanas tortuosas, donde Lorena no podía escribir, comer, peinarse o bañarse sin ayuda. Se sentía la persona más inútil e incapaz de la tierra, era como si no pudiera abrir sus alas, como si se las hubieran quitado o escondido para siempre. Un día, haciendo el recorrido habitual frente al espejo, se prometió a sí misma que cuando recuperara sus dos brazos haría algo grande con ellos y así fue. En cuanto se sobrepuso de la caída, empezó a jugar golf, recuperó la movilidad y se convirtió en la número uno de México y del mundo, pero quizá lo más grande que ha hecho tiene que ver con el torneo que juega, lejos del green y del birdie, Lorena hoy tiene una fundación que ayuda a niños de escasos recursos tanto en lo académico como en lo deportivo, el Centro Educativo de la Barranca es un lugar donde se les brinda a muchos niños mexicanos un mejor futuro y por qué no, la posibilidad de volar a grandes alturas.

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