No puedes firmar con ese nombre.
-¿Cómo? Pero si es el único que tengo.
-Te equivocas. Las posibilidades son infinitas, claro, siempre y cuando uses un nombre de…
Ella cerró poco a poco los ojos, como si al hacerlo pudiera cambiar la frase que amenazaba con romperle los sueños.
Entonces prefirió destruirlos sin ayuda y preguntó desilusionada:
-¿De hombre?
-Así es. La buena noticia es que podemos usar tu apellido y tal vez en algún momento las cosas cambien.
-¿Por qué no puedo usar mi nombre para publicar?
-Porque nadie va a comprar tu libro. La sociedad no está lista para leer a una mujer.
Ya ves lo que le dijeron a tu hermana de sus poemas: “La literatura no es asunto de mujeres y no debería serlo nunca”. No eres la primera ni serás la última en usar un seudónimo. Usa la inicial de tu nombre y la de tu apellido como tú y tus hermanas lo han hecho antes, piensa lo genial que será escuchar a la gente hablar de tu obra sinceramente, sin prejuicios, sin ideas preconcebidas de género, sin tonterías.
Te divertirás infinitamente cuando escuches decir a un crítico que ese libro sólo lo podría haber escrito un hombre. Piensa que en un futuro una joven leerá esta impresionante novela con tu verdadero nombre y se sentirá orgullosa de ti, de lo que conseguiste con todo en tu contra, de las puertas que le abriste con tus metáforas, con tu talento. Tus personajes nunca cobrarán vida si te niegas a publicarla así.
-Es que siento que me estoy traicionando a mí misma y, de paso, a todas las mujeres. Tal vez en otro lado, en otro país, acepten publicar mi novela sin tener que mentir sobre quién soy.
-Mira, Emily, tú sabes que eso no va a pasar, también está la posibilidad de usar al conocidísimo autor anónimo que todos sabemos esconde el rostro de una mujer, pero te apuesto lo que quieras que tu libro se venderá mucho más si creen que lo escribió un hombre. Al final, lo que buscamos los escritores es que nos lean, que nuestras palabras rompan fronteras, perspectivas; sacudan almas.
Ya ves lo bien que le fue a Charlotte con su novela escrita por Currer Bell.
Te lo digo porque creo en tu novela, Cumbres Borrascosas tiene que ser contada, tiene que ser leída, no se puede quedar en el tintero.
Emily Brontë asintió, mientras su pluma resignada firmó el contrato.
PAL