Cúpula

Kurt Vonnegut: "Matadero cinco", un tratado sobre el tiempo y la muerte

Vonnegut concentra una mirada de la contracultura marcada por el horror de la Segunda Guerra Mundial

Kurt Vonnegut: "Matadero cinco", un tratado sobre el tiempo y la muerte
ESCRITOR. Kurt Vonnegut 1972. Foto: WNETTV/PBS. Wikimedia Commons Foto: Foto: WNETTV/PBS. Wikimedia Commons

Cómo luchar contra la imagen intacta de una ciudad que fue masacrada sin piedad. Cómo asimilar la crueldad de una época que desató el sinsentido de unos chicos en medio de una misión ajena. Kurt Vonnegut (1922 – 2007) parece haberse preguntado estas cuestiones al escribir Matadero cinco. La cruzada de los niños, y su respuesta no es simple, pues contempla a una raza extraterrestre, las abducciones de varios seres humanos y la apropiación de una filosofía alienígena que desarma la visión temporal terrestre.

El protagonista, Billy Pilgrim (alter ego de Vonnegut), soldado estadounidense, nos lanza una serie de advertencias al inicio del libro. La historia comienza así y termina así; eso no es lo importante, sino la confesión que desata: “Se supone que la gente no debe mirar atrás. Desde luego, yo no pienso hacerlo más. / Ya he terminado mi libro sobre la guerra. El siguiente que escriba será divertido. / Éste es un fracaso, y tenía que serlo, puesto que lo ha escrito una estatua de sal”.

Con una escritura fragmentada y clara, que se permite momentos de ironía y locura, se nos relata por un lado la historia de un joven soldado Pilgrim, nacido en Nueva York, que es atrapado por los alemanes cuando Dresde, una ciudad alemana que se pensaba tierra neutra, termina hecha cenizas por bombardeos de aviones estadounidenses y británicos, hecho ocurrido en 1945; por otro, el relato de un veterano Pilgrim, quien años después de atestiguar la masacre de Dresde, y tras un accidente en una avioneta, dice haber sido abducido por una nave conducida por los habitantes del planeta Tralfámador.

"Otro campo ¡Es posible!", una obra de Ricardo Monreal Ávila

Matadero cinco (1969), reeditada por Blackie Books, cuenta con una ilustración de portada de la artista sevillana María Medem.

Los tralfamadorianos son criaturas verdes con forma vertical y una cabeza que emula la estructura de una mano con un ojo en el centro de la palma. Son amistosas. Ah, y además pueden ver en cuatro dimensiones. Esto último parecería una excentricidad de los alienígenas –como lo podría ser mover cosas con la mente; no es el caso–; lo cierto es que tiene implicaciones en el (des)orden narrativo en que están contadas las historias, transmite la sensación de estar siendo cómplices de esa misma virtud que va descubriendo el viejo Pilgrim: mirar el tiempo como una serie de postales que pueden ser movidas según te plazca. A partir de su abducción, el protagonista se concentrará en ir hacia atrás y adelante y contemplar su vida como un paisaje.

Una de las ideas que los tralfamadorianos introducen a Pilgrim es que la muerte es un concepto ambiguo. No vale la pena llorar por alguien que muere, las personas siguen vivas en otros momentos del pasado que igualmente pueden visitados. Acaso sea este tratado el que da un extraño consuelo al personaje, y el que termina por hacer que los hechos más trágicos, en el libro, pierdan consistencia. Vonnegut nos hace preguntar, ¿la guerra tendría sentido para quienes la hacen si la muerte fuera un hecho parcial? Este testimonio de viajes en el tiempo revela más de una clave a dicho acertijo.

Por Roberto Abad

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