VIRGEN DE GUADALUPE

¿Qué le dijo Juan Diego a la Virgen en sus apariciones?

Pero además del 12 de diciembre desde el nueve empiezan los festejos, pues se conmemoran años de las primeras apariciones de acuerdo con la liturgia católica y Mariana

CULTURA

·
4 apariciones fueron las que vivió Juan Diego. Foto: EspecialCréditos: Foto: Especial

"El 12 de diciembre ya está a la vuelta de la esquina y para los que no saben o son creyentes de esta eventualidad, lo que se celebra es la primera aparición de la Virgen de Guadalupe a la comunidad indígena y más concretamente a Juan Diego, en medio de la llamada Conquista espiritual, un movimiento donde empezaron a surgir las primeras familias cristianas en los pueblos nativos anteriormente, politeístas de la antigua Tenochtitlán

Pero además del 12 de diciembre desde el nueve empiezan los festejos, pues se conmemoran años de las primeras apariciones de acuerdo con la liturgia católica y Mariana. 

Juan Diego pertenecía a una de esas familias. Nació en Cuautitlán, al norte de la Villa de Guadalupe, en 1474.Su nombre nativo era Cuauhtlatoatzin , “el que habla como águila”.  Se dedicaba a la manufactura de petates que vendía en Tlatelolco

Cuenta la leyenda, que a Cuauhtlatoatzin (Juan Diego), de 53 años, mientras iba rumbo a Santa Cruz de Tlatelolco a oír misa, el sábado 9 de diciembre de 1531,oyó un canto que no era de esta tierra, muy cerca del cerro de Tepeyac. Se detuvo a gozar de él y justo cuando subió la mirada, vio un sol resplandeciente y en medio a una señora en actitud de oración (1a aparición).

Él no quiso ser descortés y fue a saludarla. Ella le dijo que era su deseo que le labrase un templo en ese llano y le encomendó también que se lo comunicara al señor obispo. Juan de Zumárraga, el obispo en turno no lo tomó en serio y le dijo que volviera al lugar para verificar que sus ojos no lo hubieran engañado. 

"Juan Dieguito a la Virgen le dijo, Juan Dieguito a la Virgen le dijo.."

Juan Diego hizo lo propio y por la tarde volvió al lugar donde la había visto y al ser testigo de una segunda aparición, le contó lo sucedido:

"Patroncita, Señora, Niña mía, ya fui a donde me enviaste a decir tu pensamiento y tu palabra. Aunque con gran dificultad entré a donde es el lugar del Señor de los sacerdotes, lo ví, ante él expresé tu pensamiento y tu palabra, tal como tú me lo mandaste. Me recibió amablemente y me oyó con atención, pero, por lo que me respondió, como que no lo entendió y no lo creyó. Me dijo: tendrás que venir otra vez, otra vez te oiré con calma desde el principio y consideraré la razón por la que has venido, tu voluntad y tu deseo. Comprendí perfectamente por la manera como me respondió, que es quizá invención mía que tu casa que quieres que te hagan aquí yo nada más lo invento, o que tal vez no es orden tuya."

"Por lo cual, mucho te suplico, Dueña mía, Reina y Niña mía, que a alguno de los nobles, estimados, que sea conocido, estimado y respetado, le encargues que lleve tu mensaje para que la crean. Porque yo soy un campesino, soy mecapal, soy parihuela, soy cola, soy ala; yo mismo necesito ser llevado a cuestas. Hija mía, niña mía, Señora mía, me mandas a un lugar donde no ando y no paro. Perdóname que te cause gran pesadumbre y caiga en tu enojo, Señora y Dueña mía."

"Dueña mía, Señora, Niña mía, no te cause yo aflicción. Con gusto iré a cumplir tu mandato, de ninguna manera lo dejaré de hacer, ni me será penoso el camino. Iré a hacer tu voluntad, aunque tal vez no seré oído, y si me oye, quizá no me crea. Mañana en la tarde cuando se esté metiendo el sol vendré a dar razón de tu mensaje con lo que me responda el Señor de los sacerdotes. Ya me despido de ti, hija mía la más pequeña, mi Niña y Señora. Ahora descansa otro poquito."

Milagro

Después de esta aparición, vinieron otras 2 apariciones. En la última de ellas, el 12 de diciembre, cuando al pasar de nuevo por el Tepeyac se encontró de nuevo con la Virgen y le preguntó qué le pasaba. Él le contó lo de la enfermedad de su tío y ella le dijo que no se preocupara porque su tío ya estaba sano, después le pidió que subiera al cerro a recoger unas flores.

Después de esto, Juan Diego  fue a cortar unas muy bellas rosas de las que no era temporada y que nunca se habían dado allí. Ya con ellas en su ayate, la Santísima Virgen pidió que las llevara donde el señor obispo, pero que no desplegase su ayate ni lo mostrara a nadie más.  Y cuando llegó con el señor obispo, desplegó su ayate y ahí mismo apareció la Virgen de Guadalupe.