Aún cuando el catolicismo se había expandido por grandes regiones de Europa tras la caída del Imperio Romano, las invasiones musulmanas pusieron a prueba la fe de los creyentes durante varios siglos.
La vida de San Ramón Nonato es una de las miles que se desarrollaron en esa época histórica, donde la potencia de dos de las creencias religiosas más arraigadas en el planeta se midió en la Península Ibérica.
¿Quién fue San Ramón Nonato?
Hijo de una familia adinerada de Barcelona, Ramón recibió el nombre de “Nonato” porque su madre murió al dar a luz por lo que, para salvarlo, tuvieron que practicarle una cesárea. Era el año 1200.
Cuando tuvo la edad necesaria, se unió a la orden de los Mercedarios, fundada pocos años antes por San Pedro Nolasco. Una de las funciones que realizaba esta congregación religiosa era la de rescatar a creyentes que habían caído en manos de los musulmanes que vivían al norte de África y al sur de la Península Ibérica.
Debido tanto a su fe como su rectitud, San Ramón Nonato es elegido para esta labor, por lo que es enviado con una gran suma de dinero a Argel, donde compra literalmente las almas de cientos de cristianos.
Sin embargo, el dinero no era suficiente para liberar a todos los cautivos, por lo que se ofrece a sí mismo como esclavo. Durante algún tiempo, permaneció preso en la ciudad africana, pero aprovechó para predicar el evangelio, lo que enfureció a sus captores.
Su estancia en este sitio no fue placentera. Sufrió tortura y martirio, hasta que otro grupo de misioneros enviados por San Pedro Nolasco pagaron el rescate por Ramón Nonato, quien viajó de vuelta a casa.
Nombrado obispo por el Papa Gregorio IX, San Ramón Nonato falleció en la localidad catalana de Cardona debido a fiebres incesantes. Tenía apenas 40 años de edad.
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