En la conversión de las almas, no existen imposibles para Dios. Hay numerosos ejemplos tanto en la Biblia como en el Martirologio Romano que nos muestran cómo abre sus brazos sin importar el pasado de las personas.
Uno de los ejemplos más claros es el de Zaqueo, un recaudador de impuestos rico y repudiado por sus vecinos, a quien el propio hijo de Dios convirtió al cristianismo con un acto de bondad.
¿Quién fue San Zaqueo de Jerusalén?
De acuerdo con lo escrito por San Lucas en su evangelio, mientras Jesús iba camino de Jerusalén se detuvo en la ciudad de Jericó, donde le esperaba una multitud. Entre ellos se encontraba el jefe de los recaudadores de impuestos, Zaqueo.
Como era bajito de estatura, Zaqueo se subió a un árbol para ver mejor desde allí al Mesías. Por su papel en la administración romana, además, era odiado por sus vecinos, quienes no lo veían con buenos ojos por colaborar con los invasores.
Sin embargo, Jesús le dijo que bajara del árbol, puesto que cenaría esa noche en su casa. Esta decisión causó sorpresa, incluso entre sus discípulos, quienes cuestionaron el hecho de convivir con una persona repudiada.
Luego de la visita del Mesías, Zaqueo hizo profundos cambios con respecto a su forma de vida. Se comprometió a devolver hasta cuatro veces las cosas que había obtenido de forma corrupta y se hizo cristiano.
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