A unas calles de la estación Lindavista del Metro de la Ciudad de México se encuentra el bloque 3 del Campamento 1 de Octubre, una de las zonas dentro de la ciudad considerada en pobreza extrema; no cuenta con los servicios básicos como agua potable, luz, gas o drenaje. La mayoría de los cuartos de lámina no poseen un baño propio y si alguno de sus inquilinos consiguiera algo de dinero para fortificar su hogar, la autoridad no se lo permite.
Los vecinos del bloque 3 del Campamento 1 de Octubre aseguran que el IMSS es dueño del predio que habitan y por años mantienen la esperanza que algún programa de vivienda digna los voltee a ver y otorgue un departamento en una zona segura y con mejor calidad de vida. Algunos han logrado salir del barrio y mejorar su vida, pero otros desde 1986 siguen aferrados a sus casas de lámina soportando el voraz clima de la capital que en temporadas no da tregua.
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El precio de estar aquí, es aguantar
Estas personas duras y humildes no le temen a la inseguridad en la zona, ni que alguien entre a robar a sus hogares, ellos aseguran que son una gran familia que se cuidan unos a los otros. A lo que sí le temen los vecinos del Campamento 1 de Octubre es a la lluvia. En temporada de lluvias, el agua se filtra por el techo, por los estrechos pasillos, entra a sus hogares y llega a destruir sus pocas pertenencias, solo con botes viejos de pintura o pedazos de lonas olvidadas se pueden proteger del clima.
La gente se gana la vida vendiendo tacos o limpiando vidrios en la calle
Más de 400 familias conforman el Campamento 1 de Octubre y la gran mayoría viven en pobreza extrema, algunos confiesan que ganan al día 150 pesos por una jornada de 6 de la mañana a 8 de la noche. Otros narran que se ganan unos 3 mil pesos al mes saliendo a las calles y ponerse a limpiar los vidrios de los autos, otros ayudan a sus familiares que tienen “tienditas” o algún puesto de tacos o dulces cerca del Metro Lindavista o dentro del campamento.
Somos una familia, aquí no hay robos entre nosotros
Lo que une a todas estas familias es la esperanza de salir del campamento y tener un mejor hogar y como una clave para lograr este sueño es que sus hijos no dejen de estudiar, algunas familias destacan el rigor que sus hijos han mantenido por años mantener el estudio. Uno de ellos es un joven que estudia en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y a pesar de vivir en pobreza extrema ha logrado ser de los promedios más altos de su clase, otro joven, que estudia en la UNAM, asegura que la falta de dinero ha sido un problema para estudiar, pero las ganas y talento nunca le faltan y así sigue adelante.
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