Durante los primeros siglos, los cristianos fueron perseguidos de forma sádica por hombres poderosos, quienes los torturaban antes de asesinarlos. A pesar de ello, muchos de los primeros religiosos prefirieron la muerte antes que abdicar de sus creencias.
Un ejemplo de ello es el de Santa Eutropia, quien sufrió por varios días un despiadado martirio en su natal Alejandría, pero que protagonizó un milagro que cambió radicalmente la manera en que se veía al cristianismo en su región.
¿Quién fue Santa Eutropia de Alejandría?
Aunque no existen datos exactos de su nacimiento, la mayoría de los textos históricos que hacen referencia a Santa Eutropia señalan que ejerció su testimonio a mediados del siglo 3, durante una etapa de fuerte persecución.
Justo su devoción a aquellas personas que estaban encarceladas por motivos de fe, a los que les llevaba alimentos, ropas y, sobre todo, consuelo espiritual, provocó que fuera encarcelada por el gobernador Apelliano.
Ante la autoridad y sin ningún tipo de temor, Eutropia reafirmó su fe cristiana y fue condenada al martirio. Fue colgada y, usando garras de hierro, le despedazaron la piel y le acercaron tizones ardientes. Sin embargo, apareció un hombre milagroso que curaba las heridas de la santa y la refrescaba ante su tortura.
Desquiciado, Apelliano la mandó encarcelar. Sin embargo, Eutropia se burló de los ídolos a los que adoraba el gobernador, quien ordenó que le cortaran la lengua y la decapitaran como escarmiento.
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