CÚPULA

La danza me abrió puertas: Conversación con la maestra Nellie Happee

La maestra nos habla de las obras más emblemáticas que ha creado con anécdotas y con un enorme significado para la danza de México

TENDENCIAS

·
FOTO Y CORTESÍA: ARCHIVO COMPAÑÍA NACIONAL DE DANZA. INBAL. Secretaría de Cultura.

Presentamos la segunda parte de la conversación con la coreógrafa, creadora emérita, Nellie Happee; la primera parte fue publicada en Cúpula, no. 38, el 4 de mayo, 2021. 

Salvador Vera: Háblenos de las coreografías más significativas.

Nellie Happee: De toda mi creación, hay cuatro obras con gran significado. La primera es “Trío”, 1960 con Ballet de Cámara. La poesía me ha acompañado mucho y para esta coreografía, “Trío”, de 1960, me inspiré en versos de Pablo Neruda “…Y así caminamos como una sola planta que no explica sus hojas…” en escenario representé una relación de tres personajes, un hombre y dos mujeres –como inspiración la poesía y a través de la danza, en “Trío”
pude expresar todo lo que mi interior me dictaba, lo que traía dentro. Es una especia de joyita.

“Sinfonía simple”, música de Benjamin Britten, 1978 es la segunda ya creada la Compañía Nacional de Danza, su director era Salvador Vázquez Araujo quien me la pidió, al principio no quería realizarla, estábamos intensamente trabajando en el primer montaje de “El lago de los cisnes” en Chapultepec. El resultado me llenó de mucha alegría, “me di vuelo con el uso de las diagonales en el escenario”, usando todo el espacio, lo disfruté muchísimo, pude hacer una gran simbiosis con la música de Britten que es bellísima.

Carmina Burana, otra de mis “consentidas”, había realizado más de 10 coreografías para Ópera de Bellas Artes, con José Solé algunas; también en un primer momento pensé no hacerla. Estudié mucho la obra de Carl Orff , la versión en latín y su traducción al inglés y me atrapó; se convirtió en un reto por el que aposté, –siempre he creído que a las cosas que uno le teme, es necesario enfrentarlas–, puse manos a la obra. La estrenamos en 1983 en Festival Internacional Cervantino, en el Teatro Juárez, con Eduardo Mata en la batuta orquestal, fue un suceso escénico, el público estalló en aplausos, los medios especializados la trataron de manera sobresaliente, y luego la historia de esta puesta en escena: se ha representado muchas veces, ha sido una obra muy noble, muy aplaudida, el público la hizo suya.

La cuarta de estas creaciones es “Esquina bajan”, 1994; tenía muchas ganas de hacerla. En 14 diferentes escenas plasmé una época que me tocó vivir, la vida urbana, las salidas al cine con mi tía Luz a ver las películas de Libertad Lamarque… de la Ciudad de México, sus calles, el teatro de revista, la radio, la música. El vestuario fue diseñado por Sara Salomón y esta obra tuvo una conexión inmediata con el público, la presentamos en el Festival de Biarritz, Francia, en 1995.

Concluiré diciendo, como reflexión, que el cuerpo es el principal instrumento de los que nos dedicamos a esta disciplina; es necesario escucharlo, analizarlo, entender la forma en que evoluciona y se adapta el contexto social. El cuerpo, contenedor de nuestra alma.

Por Salvador Vera

PAL