Guerras, conflictos y enfrentamientos han caracterizado el ambiente mundial en el que nos encontramos actualmente.
La polarización que existe en nuestras sociedades se manifiesta en discursos de odio, exclusión, marginalidad, discriminación y muerte, y ha configurado el pensar diario de personas que optan por replicar dichos actos y pugnar por una sociedad internacional que se cimiente en la rivalidad, y se oponga a la unidad y cooperación.
Sin embargo, precisamente al encontrarnos en un mundo tan diverso, cambiante y plural, ¿por qué deberíamos considerar cómo enemigo a la diversidad, que tanto nos caracteriza como humanos y nos enriquece como civilización?
Hoy más que nunca soñar con un mundo que nos represente como iguales, es decir, como personas que sentimos, amamos, valoramos y respetamos, tendría que ser el punto angular que definiera nuestro proceder como humanos.
Sólo la solidaridad y unión harán que prosperemos y venzamos las adversidades que se nos presenten.