Para algunos, es la señal de que la "luna de miel" en la segunda presidencia de Donald Trump llegó a su fin. A 75 días de haber tomado el poder por segunda vez, Trump comienza a tener tropiezos.
La derrota del martes en la elección de un juez de la Suprema Corte en Wisconsin, que trascendió de lejos su importancia local para convertirse en una campaña política nacional, fue un campanazo porque involucró el abierto respaldo de Trump y el involucramiento personal y económico del empresario Elon Musk para convertirse en la primera derrota del nuevo gobierno.
No parece mucho, pero la resistencia a Trump parece crecer con el escepticismo que rodea las medidas arancelarias anunciadas en su "día de la liberación", la abierta disidencia de senadores republicanos que votaron en favor de una medida simbólica para anular tarifas comerciales contra Canadá, la creciente preocupación por preservar la pequeña mayoría en la Cámara de Representantes, reflejada en pérdida de votos en dos elecciones especiales en el estado de Florida y la decisión de retirar la candidatura de la diputada Elise Stefanik a Representante ante Naciones Unidas.
Cada una de ellas por sí sola no se aleja de lo normal en términos políticos. La suma, sin embargo, apunta a una resistencia creciente al gobierno Trump y una urgencia también cada vez mayor de tratar de mantener su actual situación a toda costa.
Por más que Trump y sus aliados aleguen que tiene un "mandato popular sin precedentes", la verdad es que es el primer mandatario que no alcanza el 50 por ciento del voto popular en tres elecciones (incluso la que perdió en 2020).
A cambio, es el presidente más divisivo en la historia moderna estadounidense: 92 por ciento de los republicanos lo apoyan, pero solo cinco por ciento de los demócratas aprueba su mandato. "Nunca hemos visto una diferencia partidaria tan grande desde la Segunda Guerra Mundial", comentó el analista Bill Schneider.
Trump cuenta, en cambio, con seguidores extremadamente leales y que son de hecho la base de su poder sobre el partido republicano.
Pero es un arma de doble filo: la votación de los republicanos baja visiblemente cuando Trump no está en la boleta o en la elección, y dos elecciones especiales en Florida para llenar curules vacantes en distritos profundamente republicanos vieron bajar su votación en quince puntos porcentuales.
La política de Estados Unidos es una pendular, de acción y reacción, y lo normal sería que el actual vuelco a la derecha sea seguido por uno hacia el centro-izquierda. En los últimos 20 años, y en especial desde el surgimiento de las milicias y los "partidos del Té", ha sido visible la ira de los superpatriotas extremistas que culminan ahora en la presidencia Trump.
Pero ahora comienza a hacerse visible la reacción contraria.
Y si, como vaticinan algunos economistas, las tarifas anunciadas el miércoles llevan a mayor inflación y una recesión económica, los republicanos lo pagarán en las elecciones de noviembre de 2026 y tal vez de 2028.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
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@CARRENOJOSE
MAAZ