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Rebelión en ciernes

Los republicanos pasaron de la euforia del triunfo y el control del poder a la preocupación por las reacciones y efectos económicos que se avecinan

Rebelión en ciernes
Israel López Gutiérrez / Orbitando / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

El pasado 20 de enero todo era fiesta y alegría en la Casa Blanca y entre los republicanos que cuatro años después regresaban al poder de la mano de Donald Trump, además con el control del Congreso, aunque con pequeñas mayorías; casi tres meses después, ya no todo es miel sobre hojuelas. Empezó la guerra arancelaria contra China.

Esta disputa comercial ya provoca roces en el gabinete. Elon Musk, un personaje sumamente incómodo, ha tenido varios pleitos con algunos funcionarios, por ejemplo, con el secretario de Estado, Marco Rubio, y recientemente con el asesor comercial de Trump, Peter Navarro, a quien llamó “idiota” en redes sociales.

Su reacción es porque Navarro dijo en una entrevista que el dueño de Tesla no es un fabricante de automóviles, sino un ensamblador y ¡la verdad duele! Súmele que Musk se ha distanciado cada vez más del plan arancelario de la Casa Blanca.

Aunque no solo Musk le hace el feo a la guerra arancelaria, cada vez son más frecuentes los brotes de desacuerdo entre los republicanos en el Congreso, que pasaron de la euforia del triunfo y el control del poder a la preocupación por las reacciones y efectos económicos que se avecinan.

De hecho, hay una propuesta para amarrarle las manos al Presidente en materia arancelaria. Se llama “ley de revisión comercial”, que busca limitar la capacidad de Trump para poner gravámenes a diestra y siniestra sin autorización del Congreso. La medida contempla un arancel inicial con vigencia de 60 días.

Entre los impulsores de esta iniciativa se encuentra el senador Mitch McConnell, antiguo líder republicano en el Senado. Es una señal de que crecen las tensiones internas del Partido Republicano respecto al enfoque agresivo de Trump en el comercio internacional.

Para muchos republicanos, no se suponía que fuera así. Esperaban que su ya muy tallada estrategia de política económica –recortar impuestos y flexibilizar las regulaciones– alegraría a los Estados Unidos corporativos e induciría a las empresas a contratar a más trabajadores y a subir los salarios, pero Trump tenía otros planes.

Los republicanos Rand Paul (Kentucky) y Ron Thilis (Carolina del Norte) forman parte de la rebelión en ciernes, rechazan abiertamente la política económica, creen que pondrá en riesgo el apoyo de las bases al partido de cara a las elecciones de medio mandato del próximo año.

Paul, quien se ha alzado como una de las voces más feroces en contra de los aranceles, considera abiertamente que “los aranceles son impuestos; que no penalizan a gobiernos extranjeros, sino a las familias estadounidenses”.

El senador por Texas, Ted Cruz, figura dentro del ala más conservadora; su par Ron Johnson, por Wisconsin, y las moderadas Susan Collins (Maine) y Lisa Murkowski (Alaska) se sumaron a las críticas arancelarias.

Trump promete hacer “grande otra vez a Estados Unidos”, pero su apuesta es muy arriesgada y agresiva: la verdad no es contra el mundo, que también saldrá raspado, sino contra China, que ya le comió el mandado en materia comercial. ¿Podrá?

CITA: Hay una propuesta para amarrarle las manos a Trump

POR ISRAEL LÓPEZ GUTIÉRREZ

COLABORADOR

@PAPADEPONCHO

ISRAEL.LOPEZ@ELHERALDODEMEXICO.COM

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