La mano de Donald Trump ha caído como un martillo en la mesa de la geopolítica mundial a un nivel agudo, punzante y estruendoso en un entorno que, hasta antes de su llegada, ya era complicado por muchas fricciones en varias partes del mundo, provocadas por diferencias ideológicas, económicas y hasta políticas. Muchos expertos y analistas vaticinaban que, con la llegada del presidente estadounidense nuevamente al poder, tempestades importantes y sustanciales en el camino de la paz mundial y sobre todo de la integración y colaboración económica, en varios grupos comerciales y de cooperación internacional como: la UE, BRIC’S, entre otros, sería una inminente realidad.
Sus pronósticos no estaban equivocados.
El huracán Trump todavía no tiene un mes en el poder y definitivamente, ya ha empezado a delinear con gran profundidad y fuerza, sus principales líneas de acción política, causando estragos en muchos sectores productivos de la economía mundial y también de las relaciones diplomáticas.
En pocos días, ya ha puesto en marcha un apoyo económico significativo, para la venta de armamento a Israel por un valor estimado de US$6.750 millones, el cuál fue confirmado por el Departamento de defensa de esa nación. El proyecto de la nueva Riviera de Oriente Medio, podría significar la nueva versión del apartheid y genocidios del siglo XXI que Israel y el ejército estadounidense pongan en marcha para los siguientes años.
El plan básicamente es desplazar a los palestinos de la Franja de Gaza y hacer de esta zona, (aunque no se diga), una región gobernada por occidente en coparticipación con Estados Unidos, lo que representaría el avance notorio y determinante de los norteamericanos hacia oriente medio y el mundo árabe. El impulso principal que rodearía estas incursiones sería por supuesto, la apropiación y administración de los recursos naturales como el petróleo y una gran variedad de minerales que son vastos en la región y que, si Estados Unidos pudiera acceder a ellos, lo pondrían en otro nivel en la discusión de reservas energéticas para el futuro.
En estos días, Trump también puso fin a la participación de Estados Unidos en varias instituciones de la ONU. El martes, por ejemplo, firmó una orden ejecutiva para retirar a EE.UU. de la principal agencia de la ONU para los refugiados palestinos, o UNRWA, de la que Israel ha sido muy crítico.
Es decir, ha secundado cualquier acción que impulse el gobierno de Benjamín Netanyahu, entorno a sus relaciones con el mundo árabe y de paso tratar de consolidar una agenda en común con su aliado en esa zona del mundo, para expandir el poderío estadounidense y tratar de tomar ventaja en el reservorio de minerales con los que habrán de generarse nuevos dispositivos y baterías móviles en los siguientes años.
La misma orden decía que EE.UU. dejaría de participar en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU (CDHNU), y que el país, llevaría a cabo, una revisión de su participación en la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en un plazo de 90 días. Todas estas acciones buscarían adelgazar los gastos del Estado, respecto a causas internacionales, (lo cual fue una promesa de campaña), y ayudar de esta manera, a financiar el crecimiento de otros sectores internos que, serían prioridad para la nueva administración del presidente Trump, tales como, la agenda de energéticos, fracking, acelerar la recuperación del sector de la construcción en su país o la implementación masiva de deportaciones de migrantes, entre otros.
A lo anterior, también hay que referir que el pasado lunes, Donald Trump dijo que quería que Ucrania garantizara el suministro de más metales de tierras raras a cambio de US$300.000 millones para apoyar su lucha contra Rusia.
"Queremos que lo que ponemos vaya como garantía... estamos buscando hacer un trato con Ucrania en el que vamos a garantizar lo que les estamos dando con sus tierras raras (minerales) y otras cosas".
Ucrania tiene grandes depósitos de uranio, litio y titanio, que pueden ser utilizados para defensa y para la fabricación de productos electrónicos, informaron medios de comunicación internacionales.
Al respecto, la respuesta del presidente Zelenesky respecto a estas declaraciones fueron además de interesantes, bastante predecibles:
"Quienes nos ayudan a salvar Ucrania tendrán la oportunidad de renovarla mediante sus actividades en conjunto con las empresas ucranianas”.
Y es que, para Ucrania lo que es muy evidente es que, si la guerra continuará sin el apoyo de Estados Unidos la resistencia de Kiev y otras ciudades importantes de ese país, no podrían aguantar más de un tiempo moderado. Pero, lo que más debería considerarse, es que, ahora el papel de Trump en el conflicto, gira entorno a dos ejes: por un lado, fungir como un agente de pacificación y negociación entre los ucranianos y los rusos y al mismo tiempo, establecer la temporalidad y las condiciones para el cese al fuego y la culminación de la guerra entre ambas naciones.
Es conveniente recordar que, Estados Unidos, busca apoderarse del gran inventario de minerales que posee Ucrania (la mitad de las reservas europeas), esenciales para la tecnología militar y las energías limpias.
Como se puede observar el plan de Trump es básico pero ambicioso, revivir el espíritu americano a partir del adelgazamiento del Estado y el saneamiento de su deuda pública, por medio del incremento de aranceles a todo el mundo, además de acrecentar su política expansionista comercial y militar en oriente medio y por supuesto en Europa, todo ello, con el objetivo de asegurar el futuro de sus energéticos y también de sus reservas de combustibles fósiles y energías renovables.
POR LUIS MIGUEL MARTÍNEZ ANZURES
PAL
