Malos modos

Poe en la Cineteca Nacional

Bueno, pues ese deterioro de la cultura del Estado no ha alcanzado a la Cineteca, que hace, insisto, lo que tiene que hacer una cineteca –mucho

Poe en la Cineteca Nacional
Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Hace ya un buen rato –durante los 11 años que la dirigió Alejandro Pelayo y ahora que hace lo propio Marina Stavenhagen– que la Cineteca Nacional se comporta como una cineteca. Por supuesto, es de aplaudirse, en un país en el que la TV cultural se ha convertido, ya sin pudores ni contrapuntos para disimular tantito, en un órgano de propaganda; en el que el FCE publica, junto a Paz, Fuentes o Reyes, la novela de uno de los matones del gabinete de Maduro; o en el que, como pasó el sexenio anterior, las grandes exposiciones de artistas del mundo cedieron ante el empuje del folclor y, más ampliamente, de su padre conceptual, el nacionalismo cutre.

Bueno, pues ese deterioro de la cultura del Estado no ha alcanzado a la Cineteca, que hace, insisto, lo que tiene que hacer una cineteca –mucho–, desde mantener el buen nivel de la Muestra dos veces al año, hasta poner en las salas a cineastas jóvenes, hasta funciones al aire libre, hasta, y llego al punto, hacer ciclos de cine antiguo y clásico.

Lo digo porque hay eso, un ciclo, dedicado a Poe –sí: Edgar Allan– que realmente está muy bien. Poe ha tenido suerte con las películas, desde hace mucho y de muchas maneras. Le fue bien con el cine mudo, le fue bien con el cine de bajo presupuesto, le fue bien con el cine de culto e incluso le fue bien en México, donde el terror, se sabe, muta casi siempre en humor involuntario. El ciclo ilustra bien esta buena fortuna. Son 18 películas, de las que destaco un puñadito.

Empiezo con una de 1914: “La conciencia vengadora”, de un tal Griffith, que aparte de una posible apología del Ku Klux Klan convertida en clásico de clásicos, “El nacimiento de una nación”, y una expiación posterior, “Intolerancia”, adaptó con genio dos cuentos y un poema del autor que nos ocupa.

Tampoco deberían perderse un par de las muchas películas dedicadas a Poe que hizo el extraordinario Roger Corman, jefe de jefes de la serie B, productor y director más que prolífico y maestro de cineastas como Coppola, Scorsese, Bogdanovic o Cameron. Conocidamente, su mancuerna en estas películas fue el gran Vincent Price, actor que escribía y que encontraba en Poe lo que luego pasan por alto sus querientes: el humor. Hasta siete de Corman están a su disposición.

Termino con México, tierra de Juan López Moctezuma. Forjado también en la televisión, López Moctezuma, figura de culto donde las haya, dirigió cinco películas, todas de terror, la más famosa de ellas “Alucarda, la hija de las tinieblas”. La de Poe, del 72, es “La mansión de la locura”, su debut, con Claudio Brook, que es un poco su, y nuestro, Vincent Price. Es un delirio genial, desarrollado en un manicomio del que se ha adueñado uno de los pacientes.

Antes de que empiecen con sobreinterpretaciones: no, no es una metáfora del sexenio pasado. Creo.

POR JULIO PATÁN

COLABORADOR

@JULIOPATAN09

MAAZ

 

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