Columna invitada

Cómo interpretar y comprender a Trump

Los estadounidenses son un pueblo civilizado a fuerza de multas, pero no culto; respetan las reglas de las ciudades, son urbanizados, pero no educados

Cómo interpretar y comprender a Trump
Eduardo Sadot / Columna invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Para establecer un diálogo o desencadenar la comunicación es indispensable comprender al interlocutor, saber quién es, cómo piensa y qué pretende. De no hacerlo así, será un diálogo de sordos, jugar al teléfono descompuesto, para no llegar a ningún lado o dejar que la otra parte haga lo que quiera sin que podamos oponernos o defendernos.

Hay muchos indicadores para saber quién es Donald Trump. Ustedes recordarán que en una ocasión declaró: “los peores mexicanos son los puertorriqueños” y recientemente dijo “que se queden en México”. 

Con esa frase no se refiere solamente a México; para Trump, después del Río Bravo y hasta la Patagonia, todo es México. Esa es la incultura gringa, sin compromiso y sin memoria, todos los estadounidenses son migrantes, todos fueron indocumentados, ni siquiera el uno por ciento de la población de aquel país puede considerarse nativos, por lo que es de señalarse la incongruencia de la ignorancia supina norteamericana. 

El politólogo saboyano, Joseph de Maistre, creador de la frase: “Cada nación tiene el gobierno que merece”, tiene razón; hoy los americanos tienen de presidente a un hombre homofóbico, pero que habla en un “inglés afeminado” va a ser el principal responsable de defender el derecho. 

Está acusado de delitos, protagonista de un “afer” escandaloso, es la encarnación de la arrogancia norteamericana que se encumbró. Confirmando que nuestros vecinos tienen el gobierno que merecen.

Los estadounidenses son un pueblo civilizado a fuerza de multas, pero no culto; respetan las reglas de las ciudades, son urbanizados, pero no educados. La doble moral de Trump es la doble moral de sus gobernados. Pobre humanidad en manos de la ignorancia y arrogancia empoderada.

Trump se siente el dueño del mundo. Les prometió recuperar la confianza que perdieron cuando derribaron las Torres Gemelas, ese fue al mayor daño infringido a la arrogancia americana, fue un parteaguas, nunca volvieron a ser iguales. 

Mientras el mundo tuviera guerras y su economía se beneficiara con la venta de armamento, la secuela de la guerra no llegaba a ellos, hasta ese 11 de septiembre y después la pandemia penetró en su seguridad y, por último, el fentanilo. 

Eso es lo que está en la mente cubierta por un copete rojo, eso es lo que se esconde frente al prototipo del norteamericano cebado que no sigue las reglas del ejercicio de quienes sí cumplieron con su servicio militar.            

En México lo vivimos recientemente, un loco, mitómano, mentiroso y cínico, que al término de su mandato deja tras de la devastación. Trump está en contra de los migrantes y del medio ambiente, con el agravante que sus decisiones trascienden allende sus fronteras. 

Igual que Adolfo Hitler, Trump les dice a sus gobernados que son la raza llamada a gobernar el mundo. Como si cambiando el nombre del Golfo de México fuera un chiste, una ocurrencia. El descalabro y la cruda del despertar para los americanos será peor los próximos cuatro años de Trump. Personajes como Barack Obama lo saben.

POR EDUARDO SADOT

COLABORADOR 

@EDUARDOSADOT

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