Radicado en México, el guitarrista italiano dejó tras de sí un legado único como especialista en jazz tradicional.
Franco Ciocchetti, cuyo nombre artístico quedó configurado con el diminutivo Etti, tuvo una vida plena entregado a la improvisación en seis cuerdas. De trato amable, profesor de renombrados músicos en México y el extranjero, su ímpetu lo mantuvo activo hasta sus últimos días.
En el mundo de la guitarra eléctrica, son contados los referentes que figuran en el competido ámbito del género sincopado. Destacan Joe Pass, Pat Martino, Jim Hall, Wes Montgomery, Kenny Burrell, George Benson, Pat Metheny o, en el caso de Italia, los incomparables Franco Cerri, Lanfranco Malaguti y Carlo Pes; todos ellos, pertenecientes a distintas corrientes estilísticas.
Como guitarrista, además de sentirse inspirado por el quehacer de los artistas nombrados, Franco se mantuvo en una incesante búsqueda por encontrar un sonido propio, lo cual constató el público que tuvo la oportunidad de escucharlo, así como los colegas que compartieron escenario con él y en las grabaciones donde plasmó su talento.
Oriundo de Vercelli, Franco comenzó a estudiar guitarra clásica siendo joven en el liceo local. Con el paso de los años, y gracias a la influencia de compañeros imbuidos en su formación, comenzó a interesarse por el jazz. Esta fusión, entre su formación técnica como intérprete de música clásica y su incursión en la escuela armónica del jazz, fue un parteaguas que lo encaminó hacia diversas latitudes alrededor del mundo.
Primero migró a la ciudad de Torino en su natal Italia. Después de una temporada residiendo ahí, se trasladó a Madrid donde vivió por una larga temporada. En esta ciudad incluso colaboró con el insigne saxofonista español Pedro Iturralde. Fue hacia los años setenta cuando tocó tierra en México por cuestiones circunstanciales mediante un contrato establecido con la denominada Nacional Hotelera.
Esta temporada le permitió conocer la escena local e incursionar en la dirección artística en diferentes proyectos, principalmente de música popular.
En nuestro país, además de codearse con jazzistas renombrados, musicalizó obras vinculadas al teatro y séptimo arte. En este rubro destaca su participación en la película “La casa de Bernarda Alba” (escrita por Federico García Lorca) dirigida por Gustavo Alatriste.
En los noventa decidió retornar a Italia y fue hasta el año 2000 cuando regresó a México; lugar que consideró como su segundo hogar. En 2010 realizó su primera producción como titular con el disco “The Mirror” acompañado de Alejandro López en la batería y Pilar Sánchez en el contrabajo, con la participación especial de Jako González en el saxofón y Alberto González Pedrero en el contrabajo.
En la última década de su vida, Franco se presentó acompañado de su inseparable compañera, una guitarra Gibson modelo ES 347 del año 1980, en distintos foros de la Ciudad de México y en eventos privados. En esos sitios siempre buscó integrar a músicos jóvenes. Sin lugar a dudas su partida dejará un hueco en el universo del jazz en México.
Para los que quieran despedirlo, el próximo 19 de septiembre se le realizará un homenaje póstumo en el foro Nola Jazz, a las 20:00 hrs., con sede en Coyoacán. La música correrá a cargo de su nieto Giovanni Franco. Descansa en pazz, maestro Etti
¡Hasta la próxima jazzofilos!
POR PABLO IVÁN ARGÜELLO
COLABORADOR
@antropologojazz
MAAZ