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Activas todo tipo de trampas por el triunfo

En los últimos 20 años, los estados han puesto barreras frente a las urnas, imponiendo leyes estrictas

Activas todo tipo de trampas por el triunfo
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

El fracaso de una maniobra política encaminada a modificar la forma en que Nebraska reparte sus cinco votos en el Colegio Electoral muestra tanto la importancia del proceso como la intensidad de las pugnas por la mayoría. Pero como todo proceso electoral, no está ajeno a rejuegos políticos y distorsiones que van de lo casi cómico a lo serio.

De acuerdo con el Centro Brennan, "en los últimos 20 años, los estados han puesto barreras frente a las urnas, imponiendo leyes estrictas de identificación de votantes, acortando los horarios de votación, restringiendo el registro y depurando los padrones electorales".

La obstaculización del voto, el rechazo a los resultados y esfuerzos para evitar su certificación, amenazas a trabajadores de casilla, demandas contra votantes o las reglas, denuncias de trampa en las máquinas para sufragar forman parte del arsenal para el "conflicto electoral".

Sin mencionar medidas intimidatorias que van de rumores y anónimos a la presencia de hombres armados en la vecindad de las casillas de votación.

El Centro Brennan aseguró que estas medidas fueron reimpulsadas cuando la Corte Suprema debilitó la Ley de Derecho al Voto en 2013, y han alejado de las urnas a muchos votantes, en especial minorías, pobres y jóvenes y viejos.

La modificación perseguida por los aliados del candidato republicano Donald Trump hubiese agregado solo un voto a su total posible, pero señala la preocupación por la feroz competitividad de la  actual campaña, que se anuncia como una de las más cerradas de la historia.

Los expertos creen que están en juego no más de 92 de los 538 votos que constituyen el Colegio Electoral. Para ganar, uno de los aspirantes necesita 270, la mitad más uno, y un empate está en lo posible.

Para unos la elección de presidente debería ser directa; para otros, por el Congreso. A principios de la república se llegó a un compromiso: cada estado hacía su votación y designaba electores al Colegio Electoral, que a su vez determinan al ganador.

Antes, los electores se reunían en Washington el 17 de diciembre. Ahora, votan desde su Congreso estatal en esa fecha y lo comunican al presidente del Senado y al Archivista de la nación. Lo cierto es que el intento, republicano en este caso, de influenciar al Colegio Electoral no es nuevo. Una de las maneras más eficientes y antiguas, hasta ahora, es la de adecuar distritos electorales a su necesidades.

"Las líneas de los distritos se trazan estratégicamente en torno a grupos de personas que votan con seguridad por un partido. El partido que traza las líneas obtiene más representantes elegidos que si los distritos estuvieran trazados de manera justa", consignó el grupo RepresentUs, que trabaja contra la corrupción política.

En Estados Unidos la práctica se conoce desde los primeros años del siglo XIX, 1812 para ser precisos, cuando el gobernador de Massachusetts, Elbridge Gerry, "reorganizó" distritos del oeste y el norte en una sola unidad electoral para ayudar al triunfo de su partido, el demócrata-republicano (nada que ver con los actuales). El distrito fue comparado con una salamandra y pronto se convirtió en un término que combinó el apellido del iniciador, Gerry, con la palabra salamander (salamandra). El resultado, Gerrymandering, que se practica aún hoy.

Al paso de los años los distritos electorales así armados cada 10 años, han ido de cuadrados a rectángulos, a tener formas de pesas de gimnasio, de serpientes, o literalmente de sombras a lo largo de una costa.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS   

COLABORADOR    

JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM                      

@CARRENOJOSE

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