Columna invitada

Volatilidad en los bonos M: Implicaciones para la economía y el ciudadano

Algunos bancos centrales del G7 ya han comenzado a recortar sus tasas de interés. Banco de México hizo lo propio en marzo

Volatilidad en los bonos M: Implicaciones para la economía y el ciudadano
Carlos López-Moctezuma / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Nuevas reformas, nuevas incertidumbres financieras; con el nombramiento de la nueva presidenta y la posibilidad de cambios en las reformas hemos observado diferentes impactos en el sector financiero, siendo uno de ellos el aumento histórico de la tasa de los Bonos M. 

Los Bonos M, instrumentos de deuda emitidos por el Banco de México, han sido recientemente noticia por la alta tasa del bono a 30 años por su papel crucial en la economía mexicana. No solo son señales importantes sobre las condiciones económicas y las expectativas del mercado, sino que también influyen decisivamente en el costo de financiamiento.

Estos instrumentos ofrecen a sus inversionistas un rendimiento estable a lo largo de su vida útil. Son colocados a tres, cinco, 10, 20 y 30 años, de acuerdo con el calendario de la SHCP y fueron emitidos por primera vez en enero de 2000. 

El martes 18 de junio se subastó el Bono de 30 años de tasa fija en México; el resultado fue 10.16 por ciento. Ese día pudimos leer muchos encabezados que mostraban preocupación dado que era un nivel que se reportaba como históricamente alto. Sin embargo, es importante destacar que este no fue el nivel más alto registrado.

El 12 de junio, en los mercados secundarios de deuda local, el bono de 30 años operó por encima de 10.60 por ciento durante algunas horas, siendo ese nivel el máximo desde 2008, el año de la crisis financiera global. 

La volatilidad, que también afectó al tipo de cambio y a la Bolsa Mexicana de Valores, se debió principalmente al paquete de reformas económicas que el Congreso discutirá en septiembre. Afortunadamente, desde entonces, los mercados locales se han calmado gracias, en parte, a la comunicación de la presidenta electa durante el periodo de transición y a los nombramientos de su futuro gabinete. 

¿Qué implicaciones tiene una tasa tan alta en las tasas fijas de largo plazo de la deuda mexicana? 

Lo primero es el costo de financiamiento para el Gobierno de México. Una tasa fija tan alta en plazos largos implica un mayor costo de financiamiento, reduciendo el gasto disponible. Desde 2007, México ha sido uno de los pocos países emergentes capaces de emitir deuda a 30 años de manera recurrente. Aunque, pagar más de 10 por ciento anualmente por 30 años podría no ser sostenible para las finanzas públicas a largo plazo. 

También impacta el costo de financiamiento para las empresas mexicanas. Aunque las empresas mexicanas no suelen emitir deuda a 30 años, algunas lo hacen a siete o 10 años, plazos que también alcanzaron máximos en junio. Esto encarece las tasas de referencia para el financiamiento empresarial, llevando a algunas empresas a postergar sus planes de financiamiento e inversión hasta que mejoren las condiciones. Aquellas que no pueden esperar, enfrentarán altos costos financieros, lo que afectará sus márgenes y podría trasladarse al consumidor final a través de precios más altos. 

Para el ciudadano común, las consecuencias son dos principalmente. Una posible consecuencia es el encarecimiento de los créditos hipotecarios al ser sensibles a los movimientos en plazos de 10 años, lo que podría impactar a muchas familias, ya que en junio estas tasas rondaban 10 por ciento.

El otro posible efecto es en las inversiones que puedan tener sobre bonos, específicamente el ahorro para el retiro ya que las siefores invierten en bonos de largo plazo, lo que podría impactar en minusvalías si no se lleva una estrategia adecuada. Este efecto se debe a la relación inversa entre los precios de los bonos y las tasas de interés, si las tasas suben, los precios de los bonos bajan por lo que, si tenías bonos comprados, estos pierden valor. 

Sin embargo, no todo es negativo. Los inversionistas institucionales y particulares tienen ahora la oportunidad de adquirir deuda del gobierno mexicano a niveles muy atractivos. Según datos del Banco de México, en los últimos meses, las Afores y las sociedades de inversión han incrementado significativamente su tenencia de valores gubernamentales a largo plazo. 

Hemos vivido un par de años de tasas altas a nivel global. Sin embargo, algunos bancos centrales del G7 ya han comenzado a recortar sus tasas de interés. Banxico hizo lo propio en marzo, reduciendo la tasa de 11.25 a 11.00 por ciento, habrá que ver su capacidad para continuar ante una inflación no subyacente que no cede. Esta tendencia de recortes continuará en todo el mundo. El reto para todos los países será lograr una consolidación fiscal que permita que las tasas de largo plazo acompañen el descenso de las tasas de corto plazo.

En México, tal vez se están tomando los pasos correctos para lograr esta reducción de tasas de largo plazo, con la definición del gabinete de la presidenta electa y los proyectos de energía limpia que tiene planeados. Sin embargo, debemos esperar a que en el futuro, el gobierno entrante tome decisiones que fortalezcan a México, como mandar un presupuesto responsable, cuidar el tratado de libre comercio, llevar un manejo responsable de deuda y ver que tanta influencia tiene en las reformas que se discutirán en septiembre para seguir bajando estas tasas.

Por Carlos López-Moctezuma 

Director General de Bancoppel y Servicios Financieros Grupo Coppel

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