El presidente Joe Biden se rindió ante las presiones partidistas, la realidad política y la evidencia de que ante sus partidarios y la ciudadanía estadounidense, su edad y aparente fragilidad lo llevaban a una derrota en noviembre ante el republicano Donald Trump.
Biden anunció su respaldo a la candidatura de la vicepresidente Kamala Harris, que era hasta ahora la más obvia decisión, pero también una que deberá ser ratificada por la Convención Nacional Demócrata de Chicago, el 19 de agosto.
Con todo, el respaldo abierto de Biden le da una ventaja casi imposible de superar.
No fue una decisión fácil y durante los últimos días Washington se vio inmerso en una oleada de rumores y contrarumores en torno a lo que parecía una creciente división demócrata en vísperas de una elección que ellos mismos han calificado como clave para la continuación de la democracia en Estados Unidos.
Biden mismo dedicó buena parte de su gobierno tanto a fortalecer una economía estadounidense golpeada por la epidemia de COVID-19 como a restablecer confianza y reconstruir las alianzas de EU con otros países, en especial los europeos, así como apoyar a Ucrania contra la invasión de Rusia.
La renuncia de Biden a seguir su campaña arroja una sombra de duda sobre algunas de sus propuestas de gobierno, incluso varias relacionadas con medidas para mejorar, incluso regularizar, la situación de migrantes indocumentados en Estados Unidos y las formas del diálogo con México, que Trump promete cambiar drásticamente. Biden, pese a todo, no parecía tener opción. Aún a pesar de su confianza en que podría derrotar a Trump una segunda vez, su partido no estaba convencido y ya en junio había comenzado no solo a dudar, sino a tomar distancia respecto a su candidatura.
A principios de los años 90, cuando Joe Biden era un senador en ascenso y estaba en el segundo puesto en orden de importancia del Comité de Relaciones Exteriores, lamentaba en privado que el senador Clayborne Pell, a sus más de 70 años, se aferrarse a la posición a pesar de su creciente incapacidad para desempeñarla. La historia fue publicada recientemente por una publicación política especializada y fortaleció los llamados por su retiro.
Biden llegaría a ser vicepresidente y vicepresidente de los Estados Unidos, pero desde principios de año se vio atacado y criticado por su edad y su aparente fragilidad física. No obstante, ganó fácilmente la abrumadora mayoría de delegados a la convención del próximo agosto en Chicago.
Pero en las últimas semanas, frente a un aparato partidista preocupado ya hace tiempo, encuestas apretadas aunque consistentemente negativas, afectado por sus problemas de expresión y reacción en el debate del 27 de junio con el republicano Donald Trump y luego durante una conferencia de prensa, el presidente Biden se vio ante una creciente presión reflejada en públicos llamados para renunciar.
Biden, aunque convencido de que tenía la capacidad para continuar en la brega, se rindió ante las presiones internas y la realidad política.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1
EEZ