Apuntes De Guerra

La (des)confianza en las instituciones

Cuando se observa un declive sostenido o cuando se cae a lo largo de los años en los “rankings” internacionales, hay motivos de sobra para preocuparse

La (des)confianza en las instituciones
Gabriel Guerra / Apuntes de Guerra / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Uno de los indicadores centrales del estado de salud de una democracia es el nivel de confianza que los ciudadanos tienen en sus instituciones. Trátese del Poder Judicial, de las Fuerzas Armadas, el Gobierno Federal o las Instituciones Nacionales (así, con mayúsculas), una muestra de declive democrático, de decadencia-país (por inventar un nuevo término para los politólogos) es qué tanto cree en ellas la ciudadanía y cómo se compara frente a otros países de similares niveles socioeconómicos. 

Cuando se observa un declive sostenido o cuando se cae a lo largo de los años en los “rankings” internacionales, hay motivos de sobra para preocuparse. Y cuando quien hace las mediciones no es un novato en el terreno, las luces de alarma pueden y deben pasar de amarillo a naranja encendido.  

La encuesta a la que me refiero la realiza desde hace dos décadas Gallup, una empresa internacional altamente respetada, y los resultados son verdaderamente alarmantes:  la confianza en el Gobierno es de apenas 30%, mientras que la confianza en el sistema judicial es del 42%, el más bajo del grupo de naciones evaluadas. En lo que toca a las Fuerzas Armadas, la calificación es engañosa: un 81% confía en ellas, lo cual suena muy alto hasta que, al comparar vemos que este es el nivel más bajo de su historia.. 

No es cosa menor que EEUU ocupe los lugares más bajos en confianza en instituciones clave dentro del club de los súper ricos, el G-7. El declive es muy marcado en los últimos ocho años, aunque la curva descendente se acelera después de las elecciones de 2020, cuyo resultado jamás fue aceptado por el perdedor, Donald Trump. Otros hitos son la derogación del fallo en el caso conocido como RoeVsWade, que garantizaba a las mujeres el derecho al aborto y, por supuesto, las infundadas acusaciones del mismo Trump contra el poder judicial ahora que enfrenta numerosas causas civiles y penales en su contra.   

La encuesta, publicada en el sitio de Gallup (www.news.gallup.com) y perfectamente bien reseñada y digerida en la revista británica The Economist, nos obliga a una reflexión de fondo acerca de la fragilidad de las democracias y de sus pilares, las instituciones nacionales.  

Si en la nación más poderosa y -todavía- más rica del mudo puede darse un deterioro tal como el de EEUU, países como México, con su histórica desconfianza en los gobiernos y una perniciosa tradición de partidos políticos y personajes públicos a cuestionar la validez de todo y todos, el riesgo es enorme y las consecuencias pueden llegar a ser catastróficas. 

Estamos en temporada electoral, la que más se presta para la lluvia de mentiras y teorías de conspiración que caracterizan a nuestra clase política, con el agravante de que los liderazgos de todos los partidos hoy están en franca decadencia: son probablemente los peores de las últimas dos o tres décadas.   

Si les hacemos el juego, si no cuestionamos sus falsedades, si damos por bueno lo que cualquiera pueda espetar desde un mitin o un micrófono, ponemos en peligro lo que tantos años, sangre y esfuerzo nos ha costado construir. 

El enemigo no es UN partido ni UNA persona, no. Es esa clase que a fuerza de mentir un día sí y otro también ya no se creen ni a ellos mismos cuando se ven en el espejo. 

POR GABRIEL GUERRA CASTELLANOS

GGUERRA@GCYA.NET  

@GABRIELGUERRAC

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