Tengo una larga trayectoria como activista y promotora de los derechos humanos. Durante la carrera trabajé en dentro de las clínicas de Derecho de mi universidad, que brindaban servicios jurídicos a personas de bajos recursos; además me desempeñé como funcionaria en la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Es con esa experiencia que les puedo decir que a las problemáticas que enfrentamos las mujeres se ponen en una etiqueta de “cosas de mujeres”, que no urgen tanto como los problemas generales.
Esto, claro, es una perversión del sistema, de crear toda una estructura de atención a la mujer, con un presupuesto etiquetado propio. Se nos dice que como las mujeres tenemos nuestros propios programas, son estos los encargados de resolver “los problemas de mujeres”. Recuerdo bien a la persona que me decía que como en el metro y metrobús había un espacio para las mujeres, ellas no tenían por qué usar “el espacio para hombres”. “Al hacerlo se exponen a que les pase algo”, afirmaba muy convencido.
¿Pero qué son los problemas de mujeres? Para el público en general, pues, son, todos aquellos que sólo impactan a las mujeres. El problema es que claro, en realidad no hay una problemática que impacte solo a las mujeres. Son problemas que se desbordan, y tienen impactos sociales amplios. Si una mujer lamentablemente muere de cáncer de mama, no es sólo ella la que siente esa perdida, es su familia, sus hijas e hijos, su comunidad. Las mujeres somos, en la mayoría de los casos, la espina dorsal de la familia y sociedad. Pero esto no se refleja en la percepción pública.
El Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés), órgano de Naciones Unidas encargado de darle seguimiento al cumplimiento de las responsabilidades en materia de igualdad de género, ha recomendado en múltiples ocasiones que se haga un desagregado de datos de los gobiernos por género. El gobierno mexicano ha avanzado en este tema, pero se tiene que decir: falta por hacer.
Un ejemplo es la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), que si bien presenta algunos datos desagregados por sexo en su versión ejecutiva, lo hace sólo en aquellos delitos que están feminizados: la violencia sexual. El no tener datos desagregados por sexo en esta versión, por ejemplo, sobre conflictos con vecinos, servicios públicos, y delitos cometidos dentro del hogar nos impiden tener esta visión global de cómo viven las mujeres su vida.
También esta encuesta se reitera lo que las mujeres vienen diciendo de tiempo atrás: nos sentimos más inseguras en el espacio público que los hombres. Del porcentaje de personas que salen diario de su casa, el 65% de las mujeres se sintieron inseguras contra el 52% de los hombres. Solucionar este tema no es un problema de mujeres, es un problema para todos y todas.
Los problemas de mujeres son problemas sociales y viceversa. Es solo cuando entendemos esto que podemos hacer buena política pública.
POR CATY MONREAL PÉREZ
@CATYMONREAL_
PRESIDENTA ROSA MEXICANO A.C.
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