Rosa mexicano

Erradicar el matrimonio infantil

Sus consecuencias en la vida de las niñas y adolescentes son devastadoras. Muchas se convierten en madres a los 11 o 12 años, antes de que sus cuerpos y mentes estén preparadas para hacerlo

Erradicar el matrimonio infantil
Caty Monreal Pérez / Rosa mexicano / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

El matrimonio infantil es un enemigo de las niñas y de las mujeres mexicanas. Erradicarlo es una parte importante de la lucha feminista en nuestro país y el mundo. Se le llama matrimonio infantil a cualquier matrimonio formal o unión informal que se celebre antes de que una de las partes tenga 18 años, y contrario a lo que pudiera creerse sigue siendo común en muchos países. De acuerdo con datos del Fondo Poblacional de Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés), en los países del sur global el 36 % de las niñas casadas antes de cumplir la mayoría de edad, en tanto que el 10 % de las niñas se casa antes de cumplir 15 años. Se estima que 650 millones de niñas y mujeres vivas en la actualidad se casaron siendo niñas; en 2030 estarán casadas otros 150 millones de niñas menores de 18 años.

Sus consecuencias en la vida de las niñas y adolescentes son devastadoras. Muchas se convierten en madres a los 11 o 12 años, antes de que sus cuerpos y mentes estén preparadas para hacerlo. Esto puede ocasionar lesiones, e incluso discapacidad en las niñas. Igualmente, se sabe que ser madre a muy temprana edad es un catalizador de la pobreza femenina, pues muchas dejan la escuela para dedicarse al hogar. 

En México el camino para erradicarlo ha sido más largo del deseado. Si bien desde marzo de 2019 se hicieron las reformas necesarias para modificar el Código Civil Federal para prohibir el matrimonio infantil -antes se tenían provisiones de que era posible casarse siendo menores de edad con consentimiento de los padres-, este se mantenía como una práctica en las comunidades indígenas.

La complejidad de nuestro país como una nación multicultural ha llevado a que los usos y costumbres se malinterpreten para justificar el machismo y misoginia que nada tienen que ver con la identidad indígena. Primero, impidiendo que las mujeres indígenas votaran aún en 2016, sí, 61 años después de la reforma constitucional que reconoció el voto femenino y, después, con permitir el matrimonio infantil en las comunidades de los pueblos originarios. Esto deberíamos llamarlo por lo que es en la práctica: venta de niñas y explotación infantil.

Aplaudo, por lo tanto, esta nueva y necesaria reforma en el Senado de la República que modifica el artículo 2 de la Constitución, para garantizar el interés superior de niños, niñas y adolescentes, aun en la presencia de “usos y costumbres”. Esto nos permite estar más cerca de las armonizaciones legislativas que se han señalado como apremiantes desde los mecanismos de protección de derechos humanos internacionales como el Examen Periódico Universal y del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW). Estoy segura, la Cámara de Diputados hará lo propio y aprobará tan necesaria reforma.

¡Sin marcha atrás a la protección de niñas, niños y adolescentes!

POR CATY MONREAL PÉREZ
@CATYMONREAL_
PRESIDENTA ROSA MEXICANO A.C.

PAL

Temas