Columna Invitada

Conectar con el Pueblo

El agotamiento de los partidos “tradicionales” exige un replanteamiento “popular”

Conectar con el Pueblo
Rodrigo Guerra López / Análisis / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Los escenarios de alta polarización en América Latina se han vuelto parte de nuestra cotidianidad. El delicado tejido social se deteriora, y la desconfianza de unos con otros, aumenta. Esta atmósfera genera subproductos desafortunados: pasión momentánea, y luego, escepticismo social. Con este caldo de cultivo viciado, no es extraño que, de cuando en cuando, alguien proponga: “hagamos un nuevo partido”.

El “hagamos algo nuevo”, posee en toda organización un cierto potencial utópico-esperanzador. Basta con introducir la palabra “nuevo” para que la imaginación de cada persona le adscriba a ese concepto el contenido subjetivo que desee. Al llegar al momento de las definiciones, aparecen los “padres fundadores” y sus “expertos”. El problema surge cuando los “expertos” no logran detectar que, más allá de cualquier ideología, el gran desafío de los partidos políticos contemporáneos, en cualquier parte del mundo, consiste en “conectar con el pueblo”.

“Conectar” significa no sólo mover momentáneamente alguna pasión popular sino lograr recoger los anhelos más significativos de una comunidad y vehicularlos discursiva y organizativamente al grado que sean reconocibles y “apropiables”, por el mismo pueblo que los hizo emerger. Por eso, Partidos tradicionales o hipotéticas “nuevas” agrupaciones necesitan descubrir la lógica y dinamismo del mundo de la “subpolítica”. Recuerdo esta noción, utilizada por Ulrich Beck, y otros autores, para designar ese otro tipo de política que nace “desde abajo”, “desde la indignación”, desde los valores populares realmente vividos, desde las formas elementales de organización de la sociedad civil.

Descubrir lo que sucede en el pueblo, en su semi-organización inestable, en sus anhelos profundos –muchas veces indetectados en las encuestas– es el gran reto para la revitalización de la democracia en la actualidad. Esto no sólo exige nuevas aproximaciones analíticas. Exige principalmente líderes que hayan entendido la necesidad de sumergirse vitalmente en la experiencia del pueblo, en sus sueños y en sus luchas, en sus formas de vida y en su manera de entender la organización social.

Y esto no es fácil: demanda lo que para muchos resulta imposible. El abandono deliberado de la vida burguesa y la opción voluntaria por una forma de vida que ponga en contacto real con el sufrimiento y la “sensibilidad fina” de nuestras comunidades. Nuevamente, el Papa Francisco nos da una lección: “ignorar la cultura de un pueblo hace que muchos líderes políticos no logren implementar un proyecto eficiente que pueda ser libremente asumido y sostenido en el tiempo” (Fratelli tutti, n.52).

¿Existirán liderazgos dispuestos a un cambio de vida personal que les permita abandonar el teatro, optar por los marginados, y desde esa experiencia, disponerse a construir bien común para todos?

Las naciones latinoamericanas no necesitan más populismo de derechas o de izquierdas, sino más y mejores liderazgos populares. La “mejor política” no nace del recurso a la farándula, a la improvisación, o a la ideología (cf. Fratelli tutti, Cap. V). Nace de hombres y mujeres que sean uno con su pueblo, convencidos de la inclusión social, y dispuestos al servicio antes que al poder.

POR RODRIGO GUERRA
SECRETARIO DE LA PONTIFICIA COMISIÓN PARA AMÉRICA LATINA

E-MAIL: RODRIGOGUERRA@MAC.COM

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