Recientemente se celebraron dos reuniones importantes de Jefes de Gobierno de las naciones del mundo. Coincidió que ellas ocurrieron en la zona sur del Hemisferio Occidental. En efecto, en Perú se llevó a cabo la reunión del Foro de Cooperación Económica de Asia-Pacífico (APEC). Este foro multilateral fue creado en 1989, como reacción a la conformación de bloques regionales que buscaban aumentar el comercio, la inversión y la cooperación entre los países que lo integraban.
Aunque al principio eran problemas de orden financiero y económico lo que se solía discutir en este organismo, en los últimos años se han agregado temas en la agenda como el cambio climático, el impacto tecnológico y la justicia social.
El tema que se privilegió fue la necesidad de que las economías de la región puedan integrar a la formalidad a muchos negocios y personas que hoy están en la economía informal. Esto es algo que deberá ser hecho con gran cuidado para que nadie se quede atrás después de la transición a la informalidad.
Hay que decir que la Presidenta de México no acudió a esta reunión y envió, en cambio, a un representante de bajo nivel. La explicación de esta ausencia es en parte política y en parte ideológica: la disputa que tiene el actual régimen en México con el gobierno de la presidenta peruana, Dina Boluarte. No parece buena idea que discordias ideológicas culminen en que el gobierno mexicano carezca de representatividad en foros fundamentales de concertación política y económica.
A la reunión a la que sí asistió la Presidenta fue a la del G-20.
Por las fotos y videos que han circulado, la Presidenta se mostró contenta, aunque a veces parecía fuera de lugar. No obstante, hay que decir que es una buena noticia que la Presidenta haya decidido acudir a este foro. En una de sus intervenciones más importantes intentó defender los proyectos de su gobierno. El problema es que la realidad no se ajusta mucho a lo que dijo. Al contrario de lo que ella sugirió, México es un país caracterizado por una deriva autoritaria y una ofensiva tremenda contra las instituciones republicanas.
En cuanto a las propuestas de la presidenta para solucionar los graves dilemas internacionales, su única propuesta, hasta donde se sabe, fue la de proponer una reducción del 1 por ciento del gasto militar para canalizarlo a la reforestación. Dados los graves y complejos problemas mundiales, la propuesta parece una ocurrencia de café no muy bien pensada. Varios ya han hecho, además, la crítica a un gobierno que propone algo que no está haciendo al interior, sobre todo a la luz de los decrementos en el presupuesto para la defensa del medio ambiente.
La presidenta tuvo varias reuniones bilaterales con mandatarios de varias naciones importantes para México. Esperemos que ellas hayan sido beneficiosas y que en el futuro haya más presencia de México en el mundo.
De cualquier manera, es positivo que la Presidenta hubiera decidido, al contrario de su antecesor, acudir a estos foros de deliberación mundial. Es celebrable el regreso a lo internacional.
Gustavo de Hoyos Walther
Abogado, activista y legislador en la Cámara de Diputados
