Para subrayar su vinculación con el proyecto de Andrés Manuel López Obrador, denominado la Cuarta Transformación de México, la presidenta Claudia Sheinbaum ha ofrecido construir durante su gobierno el segundo piso de la 4T.
Más allá de la metáfora, importa detenerse en el sustrato del proyecto iniciado por AMLO: la atención prioritaria e indeclinable a las necesidades y derechos de esas grandes porciones de la sociedad mexicana que tradicionalmente, hasta 2018, sufrían -además de pobreza- el olvido del gobierno, la falta de oportunidades, la marginalidad. En tanto, una minoría de mexicanos concentraba -y concentra- la riqueza nacional.
La desigualdad victimizaba a los desposeídos que protagonizaban, con pocas excepciones, la fatalidad expresada en un hecho terrible: quien nacía en la miseria, vivía en ella hasta el fin de sus días. Tal fatalidad empezó a dejar de serlo con la llegada al poder de AMLO, cuyos programas sociales y políticas salariales lograron la hazaña de sacar de la pobreza a 9.5 millones de personas (dato del Banco Mundial) y reducir la desigualdad.
Pero queda mucho por hacer. Un dato para ilustrar la desigualdad: En cinco años, entre 2018 y 2023, “la fortuna de las personas más ricas de México aumentó en 18 mil millones de dólares, al tiempo que 12 millones de mexicanos no tienen ni para alimentarse” (No es normal, Viri Ríos, Grijalbo, 2023).
¿Cómo avanzar en la lucha contra la pobreza y la desigualdad? Hay una premisa indispensable: contar con recursos suficientes para mantener y ampliar los programas sociales que ya están en la Constitución y emprender nuevos proyectos que reduzcan esos dos grandes males. Se precisa dar prioridad a los trabajadores y a los pequeños productores, particularmente del campo, en vez de a los más ricos y poderosos. Un paso importante en ese sentido lo dio AMLO al poner fin a las cuantiosas condonaciones de impuestos que en sexenios pasados se hicieron a multimillonarios.
El siguiente paso debe ser una reforma fiscal profunda que atienda un clamor procedente de diversos rumbos: gravar más la riqueza excesiva. No se trata, desde luego, de llegar a límites expropiatorios o confiscatorios, pero sí de propiciar que los llamados ultrarricos aporten a las arcas públicas recursos que a ellos les sobran y a la solidaridad le faltan. Ello con la ventaja de que una sociedad sin desigualdades abismales es buena para todos porque, además de su contenido de justicia social, contribuye a que los jóvenes no hallen atractiva su participación en la espiral de violencia que azota a México desde hace varios lustros.
Importa precisar que gravar más la riqueza excesiva no es una extravagancia, sino una necesidad que ha sido subrayada por líderes mundiales, desde el Papa Francisco hasta ex jefes de Estado, e incluso por prominentes ultrarricos de Europa y América.
Y esa necesidad debe ser atendida por la 4T. La Cumbre del G-20 en Brasil, a la que asistirá Claudia Sheinbaum, puede ser la próxima semana un foro idóneo para ello.
PLUS ONLINE: ULTRARRICOS PIDEN PAGAR MÁS
En congruencia con la doctrina del Fundador de su Iglesia, el Papa Francisco ha sido claro: los ricos deben pagar más impuestos para distribuirlos entre los pobres.
Durante una reunión de los Movimientos Populares celebrada el 20 de septiembre de 2024 en el Vaticano, Francisco sostuvo: "Si ese porcentaje tan pequeño de billonarios que acapara la mayor parte de la riqueza del planeta se animara a compartirla, pero no como limosna, sino fraternalmente, qué bueno sería… Y que justo sería para todos".
Más temprano en el año, el 18 de enero, se difundió una insólita carta abierta denominada “Proud to pay more” en la que más de 250 multimillonarios instan a los líderes políticos reunidos en el Foro Económico Mundial de Davos a que graven más a los ultrarricos para combatir la desigualdad, según informó el periódico español Cinco días, de Grupo Prisa.
El documento está firmado mayoritariamente por poseedores de grandes fortunas de EU y Reino Unido, aunque también aparecen firmas alemanas, francesas, italianas, neerlandesas y danesas. “Os pedimos que nos hagáis tributar más a nosotros, a los más ricos de la sociedad [...] Si las principales economías del mundo no toman medidas para hacer frente al dramático aumento de la desigualdad económica, las consecuencias seguirán siendo catastróficas para la sociedad”, señalaron figuras como el actor Brian Cox y Abigail Disney.
En julio del mismo año, alrededor de una veintena de ex jefes de Estado y de Gobierno de varios países propusieron, en carta a los líderes del G-20, un gravamen especial sobre las 3 mil personas más ricas del mundo. Entre los firmantes, Michelle Bachelet, expresidenta de Chile; Dominique de Villepin, ex primer ministro de Francia, y los expresidentes españoles José Luis Rodríguez Zapatero y Felipe González.
Lo dicho: gravar las grandes riquezas no es una extravagancia.
POR EDUARDO R. HUCHIM
COLABORADOR
@EDUARDORHUCHIM
PAL