Una Chaira en El Heraldo

En pus descanse

Tendríamos que estar colocando en nuestra ofrenda a algunos personajes que hasta por sus más terribles obras deberían de ser recordados

En pus descanse
Fernanda Tapia / Una Chaira en El Heraldo / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Ahora sí, ya se nos fue el año y como dijera mi abuela “ya ni el futuro es como antes”. La verdad es que después del pozole y los chiles en nogada de septiembre, todo empieza a girar vertiginosamente rumbo al intercambio de regalos.

Sin embargo, no adelantemos vísperas y recordemos que todavía tenemos un fin de semana para recorrer muchas y muy coloridas ofrendas. Ahí está en la zona de San Ángel un mega altar en el Museo Casa del Risco. Y qué me dicen del Museo Convento del Carmen que sinceramente se encuentra ya dentro del ámbito de lo espectacular.

Se trata de una breve exposición, ambientada, entre cirios de cera bruñida, cempasúchil, catrinas de barro laqueado y las más alucinantes pertenencias de la Doña.

Entre ellas: vestuario personal de altísima costura, piezas también del mobiliario de su casa como una chimenea o la vajilla francesa ricamente adornada que tanto le gustaba.

Sin embargo… más allá de las calaveras gigantes que adornarán el Zócalo capitalino y tantos otros zocalitos con su kiosco en diferentes pueblos y barrios originarios… este año, tendríamos que estar colocando en nuestra ofrenda, algunos personajes que se adelantaron y que hasta por sus más terribles obras deberían de ser recordados. Ahí está el caso del Abogado del Diablo, Juan Velásquez.

Quien se ganó a pulso el apodo tras ganar todos sus casos durante 50 años. Claro que no representaba a cualquier tarugo muerto de hambre, era el defensor de expresidentes y cuanta causa perdida se encontrara, eso sí, bien pagada. 

Empezaré por el colmo de la infamia, mencionando que este fue el personaje que logró que los huesitos de Luis Echeverría Álvarez no pisaran la prisión en 2006.

El magistrado Ricardo Paredes Calderón, titular del Segundo Tribunal Unitario en Materia Penal dictó auto de formal prisión en contra del ex mandatario, por su probable responsabilidad en el delito de genocidio por la matanza de Tlatelolco. Pero no le duró ni la prisión domiciliaria, ya que Velásquez logró que el auto de libertad el 8 de julio de ese año tras considerarse que “dicho ilícito había prescrito”.

Además de sus comentarios al respecto, asegurando que la acusación era un “verdadero absurdo”. También defendió a quien defendería nuestro peso como Perro.

Aunque suene locura en esos años en que nadie tocaba el PRI con el pétalo de una rosa, existió una denuncia contra el ex Presidente de México por peculado contra la nación, la cual fue emitida por Ignacio Burgoa, un abogado de la época de los 90, especialista en juicios de amparo.

Y por supuesto que la chispó gracias a este Abogado, quien después declaró: “José López Portillo fue mi mejor amigo durante 20 años. Fui su abogado.

Antes de morir, en febrero de 2004, dejó en su testamento que fuera tutor y albacea de sus dos pequeños hijos. No inventarié ningún bien inmueble, pues estuvo en ceros, jamás le importó el dinero ni acumular riqueza”. Pues que en PUS descanse.

POR FERNANDA TAPIA

DENUNCIAS@FERNANDATAPIA.COM         

@TAPIAFERNANDA

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