Columna Invitada

Los Retos de la Seguridad Pública: Una Perspectiva Profesional

El enfoque tradicional de aumentar la presencia policial o endurecer las leyes ha demostrado ser insuficiente por sí solo

Los Retos de la Seguridad Pública: Una Perspectiva Profesional
Jorge Cuéllar Montoya / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: Heraldo de México

La seguridad pública es uno de los mayores desafíos que enfrentan los gobiernos y las comunidades en la actualidad. No basta con abordar el problema del crimen desde una perspectiva punitiva, sino que se debe atacar las causas estructurales que alimentan su crecimiento y persistencia. En muchas regiones del país, como en otras partes del mundo, factores como la pobreza, la desigualdad, la falta de acceso a educación de calidad y la escasez de oportunidades económicas crean un caldo de cultivo ideal para que las organizaciones criminales prosperen.

El enfoque tradicional de aumentar la presencia policial o endurecer las leyes ha demostrado ser insuficiente por sí solo. Si bien estas medidas pueden generar una sensación de control temporal, no abordan los problemas de fondo que originan la violencia y la inseguridad. El verdadero cambio debe venir de políticas integrales que combinen la prevención, la educación y la creación de oportunidades, con programas comunitarios diseñados para ofrecer alternativas a quienes corren el riesgo de ser captados por las redes delictivas.

Uno de los sectores más vulnerables es el de los jóvenes. La falta de opciones viables para su desarrollo los empuja a tomar decisiones desesperadas, muchas veces influenciados por la idea de obtener ingresos rápidos o un falso sentido de pertenencia. La delincuencia organizada aprovecha esta vulnerabilidad, presentando una salida tentadora a corto plazo, pero destructiva a largo plazo. Para contrarrestar esto, es necesario invertir en programas educativos y laborales que no solo los mantengan alejados del crimen, sino que también les ofrezcan una visión de futuro más prometedora.

Sin embargo, no es suficiente ofrecer oportunidades; es crucial también generar un entorno en el que los jóvenes puedan prosperar. Esto implica trabajar en la reconstrucción del tejido social, fomentando la cohesión comunitaria y el sentido de responsabilidad compartida. Las iniciativas de seguridad deben ser vistas como un esfuerzo colectivo, donde tanto las autoridades como los ciudadanos colaboren para crear entornos más seguros y estables.

Otro aspecto que no puede ser ignorado es la reintegración. La estigmatización de aquellos que han tenido conflictos con la ley es una barrera enorme para su recuperación. Necesitamos políticas que, en lugar de excluir, faciliten su regreso a la sociedad. Los programas de rehabilitación, así como las oportunidades de formación y empleo, deben estar disponibles para quienes buscan reinsertarse en la vida civil, contribuyendo así a la reducción de la reincidencia.

En este sentido, es esencial que se reconozca el papel que juegan los derechos humanos en cualquier estrategia de seguridad pública. No podemos sacrificar los derechos fundamentales en nombre de la seguridad. Las políticas de mano dura, aunque populares, a menudo cruzan la delgada línea que separa la justicia de la represión. Es necesario encontrar un equilibrio entre proteger a la población y respetar los derechos de todos los involucrados, incluso de aquellos que han caído en la delincuencia.

Finalmente, el éxito de cualquier estrategia de seguridad pública depende en gran medida de la confianza que la ciudadanía tenga en sus instituciones. Sin esta confianza, las comunidades difícilmente colaborarán o se sentirán protegidas. Por eso, es fundamental que las autoridades se esfuercen en ser transparentes, responsables y, sobre todo, justas en la aplicación de sus políticas.

POR JORGE CUÉLLAR MONTOYA

TITULAR DE LA VOCERÍA DE SEGURIDAD DE TAMAULIPAS

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