Si el PAN quiere tener vida y trascender la crisis que carcome a la oposición en México, tras el arrollador triunfo de la 4T en las elecciones de junio pasado, necesita una sacudida. El principal partido de oposición en México está, quizás, ante la última llamada para dar un volantazo y corregir el rumbo, o terminará por desbarrancarse.
Deben mirarse en el espejo del PRI, antes de que sea demasiado tarde y ya no haya partido que encausar. Si los panistas no atienden la profunda crisis en la que están sumidos y siguen la ruta que los priistas tomaron hace seis años, tras el descalabro de 2018, también estarán condenados a la extinción.
Y es que el PRI no se murió el domingo dos de junio de este año, sino en los comicios presidenciales en los que ganó López Obrador. A partir de entonces, todo fue caer. En seis años se desdibujaron y se volvieron irrelevantes. De gobernar una docena de entidades, hoy solo son gobierno en dos.
De ocupar la Presidencia -con Peña Nieto-, a quedar en cuarto lugar en la contienda, donde incluso MC obtuvo más votos. El tricolor no alcanzó ni seis millones de sufragios en los comicios presidenciales, y en el terreno legislativo tiene su grupo parlamentario más raquítico en la historia: 35 diputados.
Algo similar ocurre con el PAN. El dos de junio pasado entró en terapia intensiva y si no hay un cambio drástico podrían sufrir la misma suerte dentro de seis años.
Los panistas cerrarán el año gobernando apenas cuatro entidades y su presencia en el Congreso ya no alcanza para detener ninguna reforma Constitucional. Corren el riesgo de volverse irrelevantes.
El PAN está en proceso de renovar su dirigencia. Hoy los dos aspirantes a ocuparla, Jorge Romero y Adriana Dávila, sostendrán el debate que organiza el CEN del partido. Me han invitado a moderarlo y ahí estaré.
Asistiré, como lo he hecho en otros ejercicios de confrontación de ideas -el primer debate Presidencial y el primer Foro entre aspirantes a la candidatura del Frente Amplio por México, por ejemplo-, con la convicción de que las democracias se alimentan de la pluralidad de voces, los debates y la deliberación.
Lo haré, además, porque considero que nuestro país requiere una oposición seria, fuerte y madura. No una que diga que no a todo, tampoco una que se ponga de tapete ante el gobierno. Necesita ser alternativa, propositiva y relevante.
¿Qué harían distinto quienes aspiran a dirigir al partido? ¿Cómo salir del pasmo en el que están? ¿Qué ideas los definen? ¿Qué causas priorizarían? ¿A quién representarán? ¿Cómo conectarán con la ciudadanía? ¿Abrirán más candidaturas a ciudadanos sin partido? ¿Qué rol jugarán durante el gobierno de Claudia Sheinbaum? ¿Mantendrían la alianza con el PRI? ¿Buscarán nuevos aliados? ¿Irán sin alianzas?
Si los panistas no se miran en el espejo del PRI, su fecha de defunción podría ser este 2024, y lo que venga después será solo crónica de un anunciado adiós. Están ante la última llamada.
POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
@MLOPEZSANMARTIN
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