Desde Afuera

Los BRICs ¿esperanza o ilusión?

Los miembros tienen ambiciones propias, mundiales y tan correctas o incorrectas como se quiera, pero no son almas puras para todos

Los BRICs ¿esperanza o ilusión?
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Entre las esperanzas y una visión casi color de rosa de los retadores a la hegemonía de Estados Unidos, se realizó la semana pasada la reunión del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), con señales de un claro avance, pero también de las dificultades que enfrentan.

Ciertamente que haya un balance al poder estadounidense no es malo. Al contrario, al menos porque el evidente gradual retiro de la potencia hegemónica crea vacíos de poder que pueden convertirse en conflictos graves, que deben prevenirse y aminorarse en lo posible.

Después de todo, estructuras como la Organización de Naciones Unidas, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, y otras, con todas sus virtudes y defectos, surgieron en el marco creado por Estados Unidos al final de la Segunda Guerra Mundial y que continúa hasta ahora con mayor o menor eficiencia.

Pero creer que lo que eventualmente sustituya ese orden va a ser todo bueno es un error. De entrada porque los miembros y asociados del BRIC S tienen ambiciones propias, mundiales o regionales y tan correctas o incorrectas como se quiera, pero no son exactamente almas puras en busca de bendiciones para todos los pueblos. Que lo digan es una cosa. Que lo cumplan…

Todos esos países quieren creer que son o al menos merecen ser líderes regionales o mundiales, por su tamaño, su peso económico, su potencialidad militar. Y no les falta razón.  Pero sus liderazgos no son del todo claros y sus métodos de acercamiento a sus vecinos pueden ser similares en formas, al menos como los usados por las potencias a las que buscan limitar, sino sustituir.

Rusia es un enemigo y competidor histórico de Europa Occidental y de  Estados Unidos. Cierto, para muchos en Asia, África y América el mundo no tiene la historia imperial ni los antecedentes que pudieran tener las potencias anglosajonas o los países de Europa Occidental. Pero varios de los países a su alrededor tienen opiniones diferentes.

La geopolítica ha sido una obsesión rusa desde tiempos zaristas, continuó con el régimen socialista y sigue ahora bajo el gobierno populista-autoritario de Vladimir Putin. China ciertamente es una nación que emergió en las últimas décadas del siglo XX como una potencia económica y militar.

Como nación ha sido históricamente introvertida, tanto que en el siglo XV, durante la dinastía Ming, literalmente destruyó una flota con la que ya había llegado a costas asiáticas y africanas por falta de interés (o de fondos) para continuar la exploración.

Hoy es un país con enorme capacidad negociadora, que ha logrado integrarse en las cadenas productivas de muchos países, al tiempo de mantener un más que saludable superávit comercial con ellos. Y de lo demás, las naciones ribereñas del llamado Mar del Sur de China tienen problemas con sus reclamos de soberanía marina.

Los demás miembros del BRICS tienen sus propias agendas, quizá menos con secuenciales que las de Rusia o China, pero también para influenciar a sus vecinos.

 

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