Columna invitada

Emilio Payán y la pasión por la estampa

Con generosidad desusada ha castigado su propio tiempo de invención estética personal por imbuirles a otros artistas el apetito por los formatos acromegálicos

Emilio Payán y la pasión por la estampa
Luis Ignacio Sáinz / Columna invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Emilio Payán Stoupignan tiene alma de papel, de grano terso y absorbente, capaz de contener las cruzadas propias, las ajenas y otras en complicidad. Desde el establecimiento en 1990 del Taller Tiempo Extra Ediciones en parte de lo que fueran las casas de los trabajadores de la fábrica de papel Loreto (del latín lauretum, “lugar poblado de laureles”), levantadas por el empresario alemán Alberto Lenz quien habitara la actual Taberna del León, que no puede juzgarse como una mera coincidencia, ha asombrado a propios y extraños con la calidad de impresión de estampas monumentales, desde grabados de metal que se refocilan en un tórculo monstruoso parturiento de gigantes concebidos por artistas de varias generaciones de hacedores de enigmas y acertijos visuales.

En esa geografía san angelina se fabrican pliegos para imprenta desde 1759 en lo que se conociera como Molino de Loreto, trapiche dedicado antes a la molienda de trigo; y ya en la era independiente (1825) y hasta 1992 con Peña Pobre, fusionadas a partir de 1925, el obrador localizado en Cuicuilco, cuando se transformó en plaza comercial.

Creador luminoso y expansivo, cronista visual de los mejores ángulos de nuestra marchita ciudad (y de otras), cada vez más degradada pese al manto retórico que la postula en trance delirante como seguro, limpia, estable y paradigma urbano. La ilumina y le imprime movimiento, “gracia” se atreverían a proferir los clásicos. Ya se han detenido otras plumas en desgranar y alabar su talento: Teresa del Conde o Francisco Reyes Palma. Su fábrica de maravillas se ha expuesto en museos y galerías de México, Brasil, Marruecos y Francia, como botones de muestra. Su trayectoria demuestra que es posible armonizar refinamiento intelectual, excelencia artística con compromiso social y convicción democrática.

Con generosidad desusada ha castigado su propio tiempo de invención estética personal por imbuirles a otros artistas el apetito por los formatos acromegálicos: Federico Silva, Juan Soriano, Leonora Carrington, Manuel Felguérez, José Luis Cuevas, Vicente Rojo, Nunik Sauret, Manuel Marín, Saúl Villa, Gabriel Macotela, Emilio Said, Gustavo Monroy, en un desfile sinfín. Sus colecciones (cartapacios, libros de artista; rescate de placas, a partir de fotografías, adquiridas en el mercado de pulgas parisino sobre tópicos mexicanos, por ejemplo) son de una belleza cautivante y una perfección absoluta. Respetuoso de las imágenes entiende que son significantes que se expresan a cabalidad en comunión con la escritura.

Así, se imbrican sus vocaciones originales: la reflexión, la comunicación, las artes, en más de medio millar de ediciones de obra gráfica. Aventuras del saber y la sensibilidad que emprende en compañía de Liv Zacarías Farah, notable joyera y compositora de arte objeto en fibras vegetales (algodón, lino), que fundara en 1997 el “Taller Arte Papel de Oaxaca”. Mancuerna de imaginación compartida.

Desde febrero de 2019 suma una faceta más, la de la gestión cultural al ser nombrado director del Museo Nacional de la Estampa, adscrito al Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, institución que ha revitalizado con gran acierto en la relectura de la colección permanente, el rescate de creadores olvidados y la incorporación de nuevas generaciones. Con su equipo de trabajo supo sortear los retos impuestos por la pandemia del Covid-19, así como las afectaciones derivadas de los daños al templo de la Plaza de la Santa Veracruz a raíz del sismo del 19 de septiembre del 2017 y el par de incendios del 30 de agosto del 2020, que siendo colindante con el Munae le generó problemas que se han venido superando con éxito. Servidor público brillante, editor notable, artista valioso, vertientes que deben perseverar para nuestro beneficio, deleite y aprendizaje. Tiene mucho más por dar.

POR: LUIS IGNACIO SÁINZ

COLABORADOR

SAINZCHAVEZL@GMAIL.COM

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