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Vox populi, vox dei

La realidad es que con cualquiera de los aspirantes del oficialismo el establecimiento de un régimen populista autocrático se fortalecerá

Vox populi, vox dei
Alejandro Echegaray / Campus / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

El legado de Peña es el obradorato. Como herencia, el movimiento de regeneración dejará un impasse democrático que puede durar décadas. Parecería que las clases medias, la burguesía y el empresariado están en negación: contemplan que con la conclusión de esta administración el proceso de degradación institucional se atemperará. Los más pesimistas opinan que ya pasamos el punto de no retorno y que la autocracia se exacerbará independientemente del proyecto político que acceda al poder.

La realidad es que con cualquiera de los aspirantes del oficialismo el establecimiento de un régimen populista autocrático se fortalecerá y echará raíces muy difíciles de segar. La peli la hemos visto en otras latitudes; es más: ya vimos la primera parte de “El fin de la democracia estadounidense as we know it”. La receta, fórmula o técnica del populismo y su avance alrededor del mundo ha sido documentada.

Los recuentos que hace Ece Temelkuran, sobre el ascenso de Erdogan al poder y su afianzamiento nos permiten vislumbrar un futuro similar. La retórica de Erdogan comenzó –nos cuenta Temelkuran- como una voz de empoderamiento del pueblo bueno; ignorado históricamente por las élites. Turquía fue una república secular con una población musulmana mayoritariamente conservadora; era tabú contender sobre una plataforma religiosa. Al Erdogan liberal el poder lo transformó en un Ayatola.

Esto lo justificaba por los designios del “pueblo bueno”; y es de todos sabido que en una democracia no se puede contravenir la voluntad del pueblo. Temelkuran guía al lector a través de los muchos pasos por los cuales la voluntad del pueblo se vuelve hegemónica, y cómo aquellos que no son pueblo luchan por encontrar espacios políticos.

De manera paulatina se observa cómo el movimiento del pueblo, es decir, de la gente de adeveras obtiene una ventaja moral en todo. Ya que solo los opresores tienen el atrevimiento de ir en contra de la voluntad popular. Todas las normas de la discusión política se desvanecen. Se extinguen los “debates racionales”. El disenso topará con demagogia, lo que hará imposible el debate. Una vez establecida la superioridad moral del pueblo los límites desaparecen.

Las instituciones –ipso facto- se vuelven irrelevantes. Ningún juez puede emitir un veredicto sobre los designios “del pueblo”. La justicia se erosiona a medida que el populismo gana espacios. Cualquier semejanza a la realidad nacional es mera coincidencia. Temelkuran nota que cada vez que el gobierno impone controles sobre las personas, el humor político comienza a florecer; pero tuitear sátira política es un atajo y se contrapone con la acción política genuina.

El poder del humor se desvanece sin un trabajo político real. Al parecer es inocuo expiar culpas tuiteando o compartiendo contenido en los grupos de WhatsApp. En el aislamiento, la participación política es imposible. En el espíritu de Hannah Arendt sigamos en las calles.

POR ALEJANDRO ECHEGARAY

POLITÓLOGO

@AECHEGARAY1W

MAAZ

 

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