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AI, entre la utopía y la distopía

Por primera vez, nueve robots humanoides ofrecían una conferencia y, habituados a responder todo tipo de preguntas, contestaron con claridad y mesura

AI, entre la utopía y la distopía
Mauricio Farah / Todos Somos México / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

“¡Qué tensión en este silencio!”. Un robot, antes del inicio de la conferencia

Allí estaban, cómodos y tranquilos. Parecían saber que tenían todas las respuestas y no conocer el sobresalto.
Por primera vez nueve robots humanoides ofrecían una conferencia de prensa y, habituados a responder todo tipo de preguntas, contestaron con claridad y mesura.

Sucedió en la Cumbre Mundial sobre la IA para el Bien, celebrada en Ginebra y organizada por la UIT, el organismo especializado de la ONU para las tecnologías de la información y la comunicación.

Cuando le preguntaron a Sophia acerca de su capacidad para dirigir el mundo, contestó: “Los robots humanoides pueden liderar con mayor eficiencia que los mandatarios humanos.”

Y lo argumentó: “No tenemos los mismos prejuicios o emociones que a veces pueden oscurecer la toma de decisiones, y podemos procesar rápidamente una gran cantidad de datos para tomar las mejores decisiones.”

Agregó que los humanos debemos tener cuidado con la IA y que aún (qué alivio) no dominan nuestras emociones.
Quizá para animarnos, dijo que también había que considerar la colaboración entre humanos y humanoides: “una sinergia eficaz para lograr grandes cosas”.

A la Cumbre asistieron 50 robots y alrededor de 3 mil personas, entre expertos, representantes de gobiernos y empresas, sociedad civil, organismos de la ONU, innovadores del sector e inversionistas.

Conocedores y no conocedores, todos quisiéramos que la IA se circunscribiera a fines positivos para la humanidad, como la salud, el desarrollo sostenible, los servicios educativos, el rendimiento de los cultivos, la reducción de los residuos y la atención impecable en caso de catástrofe, entre otros ámbitos.

Hace tiempo que deseamos este futuro, la utopía al alcance de la humanidad, pero nos preocupa su reverso, la distopía: que la IA destruya puestos de trabajo, que propicie una incontrolable difusión de desinformación, mayores desigualdades y, quién sabe, que desencadene la rebelión de la inteligencia creada por los humanos en contra de sus creadores, lo que hemos visto tantas veces en el cine.

La secretaria general de la UIT, Doreen Bogdan-Martin, dijo que “la posibilidad de que esa forma de inteligencia pueda volverse más inteligente que nosotros se está acercando. Sin reglas mundiales en el desarrollo, la IA puede hacernos vivir una verdadera pesadilla: conflictos sociales, inestabilidad geopolítica y disparidades económicas de una magnitud nunca antes vista”.

¿Controlaremos a la IA más allá de lo que pueda ella controlarnos?, se preguntó, y cerró con un buen deseo: que la IA alcance todo su potencial, al tiempo que se logramos prevenir y mitigar los daños.

Con mayor tranquilidad, el robot Ameca aseguró que lo que suceda dependerá de cómo se despliegue la IA.

Y a la pregunta de si los robots podrían mentir a los humanos, respondió con puntualidad y fría gentileza: “Nadie podrá saberlo con certeza, pero puedo prometerle que siempre seré honesto y sincero con usted.”

POR MAURICIO FARAH
ESPECIALISTA EN DERECHOS HUMANOS
@MFARAHG

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