Decíamos hace dos semanas en estas mismas páginas que el principio de la división de poderes implicaba dividir al poder en tres órganos para que se vigilaran a sí mismos, para que detuvieran los posibles excesos de alguno, para que limitaran los potenciales abusos.
Y la semana pasada fue precisamente lo que ocurrió con la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el Poder Judicial de este país. La Corte sepultó en definitiva el intento del presidente de la República de descuartizar al INE, de dejarlo despedazado para que no pudiera operar. Las instituciones de la democracia funcionaron, los poderes del Estado mexicano resistieron.
Ya antes, el otro poder, diputados y senadores, habían hecho lo propio cuando, hace algunos meses, López Obrador propuso desaparecer al INE. Entonces tenemos al Poder Ejecutivo tratando de excederse y a los otros poderes, Legislativo y Judicial, haciendo su trabajo: si creen que otro poder se intenta sobrepasar se le pone un alto.
Como nunca los ciudadanos se involucraron en este episodio que pudo haber sido normal en cualquier democracia, pero aquí a nuestro presidente no le gustan los sistemas democráticos de pesos y contrapesos del poder, le estorba cualquiera que lo contradiga, le repugna que alguien le lleve la contraria.
Al presidente le gustaría que regresáramos a los setenta en donde no existía este sistema democrático. Le gustaría regresar a las épocas de la Presidencia todopoderosa, a las épocas del sí señor presidente. Pero este país lleva décadas transitando a otro sistema, y ni López Obrador con todo su poder y popularidad lo va a poder detener.
Le decía que los ciudadanos se involucraron como nunca en la historia de México en una discusión que en cualquier otro momento se hubiera quedado en el ámbito de los políticos, los académicos y los periodistas especializados.
Pero en este caso los ciudadanos salieron a la calle a defender al INE primero, al grito de “el INE no se toca”, exigiendo a sus diputados y senadores a resistir. Y después, a la voz de “la Corte no se toca”, miles de mexicanos salieron a tomar las calles el mes pasado para mandar el mensaje a la Suprema Corte de que los ministros contaban con la gente.
No sé si existan ejemplos en el mundo de algo así, pero aquí en México es la primera vez que sucede. Orgullo es lo deberíamos sentir los mexicanos. Tomamos la calle, al mismísimo estilo de AMLO, para defender al Instituto Nacional Electoral. Tomamos la calle para defender la división de poderes, salimos a defender la democracia.
Seguramente habrá otros intentos de parte del presidente, ojalá los mexicanos estemos siempre dispuestos a defender la democracia como lo hicimos en este caso. No todo está perdido, el país y sus instituciones resistieron a este embate autoritario. ¡Enhorabuena!
POR HOMERO NIÑO DE RIVERA
ABOGADO Y EXDIPUTADO FEDERAL
TWITTER: @HOMERONR
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