Caminando por la estación de Shibuya en el corazón de Tokio, el lugar donde se encuentran el famoso perrito “Hachiko” y el icónico cruce por donde pasan miles de personas a la vez, que ha hecho aparición en incontables películas; es también la casa de un mural el cual cada que lo veo al pasar, por su impacto y estilo, me transporta de regreso a la Ciudad de México.
El mural es la obra titulada “Myth of tomorrow” o en español “El mito del mañana” por el artista japonés Taro Okamoto nacido en 1911, uno de los artistas más famosos e importantes de su país. El mural, de 5.5 metros de alto y 30 metros de largo, muestra el momento en que una exploción nuclear ocurre y comenta sobre la terrible tragedia que esto causa y la capacidad que tiene el ser humano de superar situaciones tan terribles como ésta.
El estilo saturado y expresivo del mural es similar al de los famosos muralistas mexicanos y la complicada historia de la obra nos muestra la razón. En 1968 Okamoto fue contratado por el empresario Manuel Suarez y Suarez para crear este mural que originalmente decoraría el Hotel de México un ambicioso proyecto en la ciudad en cuya inauguración Okamoto planeaba firmar su obra terminada, pero antes de que pudiera hacerlo, el proyecto del Hotel de México terminó siendo suspendido y la propiedad cambió de dueño, en esta transición la obra fue perdida, algunos artículos hasta se refieren a la obra como robada ya que desapareció por años sin que nadie supiera cuál era su paradero. Okamoto murió en 1996 sin haber podido firmar su mural ni poder saber qué fue de él.
Después de buscar por años y años, en 2003 familiares y seguidores japoneses de Okamoto por fin dieron con la ubicación de la obra en algún suburbio de la Ciudad de México donde se encontraba dañada y descuidada. Fue después transportada de regreso a Japón para ser restaurada y ser instalada en la estación de Shibuya en 2008.
Uno de los detalles más interesantes es que el Hotel de México, el que nunca llegó a ser, resultó que después se convertiría en el WTC de la ciudad, el proyecto no sólo incluía este edificio sino también el ahora icónico Polyforum Cultural Siqueiros. Así que no sólo fue una obra pensada para ser apreciada en un contexto mexicano, sino que también sería una obra hermana, por así decirlo, del mural de Siqueiros que reviste el Polyforum.
Es siempre muy interesante ver los acontecimientos históricos donde la dimensión mexicana y la japonesa coinciden. Ahora cada que paso frente al mural lo aprecio, no sólo por su expresión artística, sino también porque compartimos nuestro lugar de origen.
POR REGINA PALACIOS
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MAAZ