WASHINGTON. El final del "Título 42" en EU y la colaboración que el gobierno mexicano ha dado al del presidente Joe Biden para enfrentar el problema migratorio están bajo un microscopio.
Ciertamente, como dice mi amigo y colega Armando Guzmán, la administración de Biden tiene una gran deuda política con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, por la ayuda que México le ha proporcionado para frenar o mantener en su territorio a grupos de migrantes y peticionarios de asilo.
El favor ha tenido costos para nuestro país. Un examen de las condiciones de los migrantes en México no deja bien parado a la administración y tampoco a la nación.
Peor aún, el gobierno de AMLO enfrenta acusaciones, en EU y en México de que se alineó primero a las políticas impuestas por Donald Trump, y mantenidas hasta el pasado 11 de mayo por el de Biden, antes de que cambiaran a posturas ligeramente menos severas.Y la colaboración de México, forzada por necesidad política y geopolítica, sigue.
Tal vez por eso es que AMLO está tan preocupado por subrayar su independencia y su rechazo a algunas políticas estadounidenses. No quiere que los vecinos del norte tomen a México como un aliado absoluto o agachado.
Es cierto que sabe –o quisiera pensar que sabe– que por vecindad, las opciones no son muchas. Ucrania, ese país ninguneado por una izquierda latinoamericana nostálgica de la URSS, es un ejemplo de lo que puede pasar cuando se desafía a una potencia con pretensiones hegemónicas.
Para Estados Unidos, México es un vecino cómodo, por la disparidad de poderío y la dependencia interconstruida en lo económico y lo social, pero ese factor los obliga también a aceptar formulaciones que no les agraden y frecuentemente les choquen o hasta les incomoden. Pero la colaboración en temas clave, vale la pena.
De hecho, hay acuerdo en estar en desacuerdo. Pero las cifras de comercio, la situación estratégica, la interrelación familiar entre las poblaciones, las necesidades ambientales y de recursos compartidos hacen de los nexos bilaterales algo tan profundo como complejo.
Puede recordarse que cuando Trump amenazó con imponer tarifas o cierre fronterizo para presionar por la ayuda mexicana, inversionistas y comerciantes estadounidenses con intereses económicos en México acompañaron al gobierno López Obrador en su oposición.
La política, a cualquier nivel, incluye el intercambio de favores. Y en el caso actual, México hace un favor enorme a Biden, al suavizar el choque de la crisis migratoria, una de las más complejas situaciones que enfrentan.
Migración es uno de los temas elegidos por los republicanos como parte de su campaña, principalmente para señalar a Biden como débil para enfrentar lo que consideran como una "invasión" y una "amenaza" a su seguridad. Para bien o para mal, la retórica mexicana añade a esa imagen.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
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