Si bien está en puerta una segunda muy reñida vuelta electoral entre el actual presidente Erdogan y el candidato de la oposición integrada por seis partidos, los comicios en Turquía ya han dejado algunas lecciones.
En ese país, para poder elegir presidente se requiere que el contendiente ganador tenga al menos el 50% más uno de los votos de quienes participan en el cónclave democrático. De no obtenerlo, se debe ir a una segunda vuelta. Pues resulta que, con el 97% de las urnas escrutadas, Erdogan lideraba con el 49.39% de los votos y Kilicdaroglu tenía el 44.92%, según la agencia de noticias estatal. Con lo cual, Turquía tendrá la segunda vuelta de las elecciones presidenciales el próximo domingo 28 de mayo.
Mas lo cierto es que Erdogan superó los pronósticos para las votaciones del domingo pasado. Él pretende prolongar sus ya dos décadas de gobierno, uno cuyos rasgos son cada vez más autoritarios.
Tal vez, el enojo más sentido entre la población turca se deba al gran terremoto de febrero pasado, donde más de 50,000 personas perdieron la vida. Si bien es cierto que fue un terremoto de 7.8 en escala de Richter (superado por el de la Cd. de México de 1985 con una magnitud de 8.1 en la misma escala) y que ante el ímpetu de la naturaleza poco queda por hacer, a Erdogan y su gobierno se le critican dos cosas de manera puntual:
A) La autorización para construir edificios que NO contaban con los requisitos mínimos para soportar un sismo.
B) La muy tardada ayuda por parte del gobierno hacia las zonas devastadas, sin olvidar el manejo de la ayuda internacional por parte del mismo gobierno (o no llegaba o era vendida o llevaba etiquetas del gobierno, como si fuese él y no la comunidad internacional la que brindaba el apoyo).
Aun con lo anterior, Erdogan logró un mayor número de votos de los que se esperaba. De hecho, el domingo el presidente con ínfulas de dictador salió ufano a decir que aventajaba a Kilicdaroglu por más de 2 millones 600 mil votos.
Cierto, y si bien Kemal Kilicdaroglu encabeza una alianza de seis partidos, el tercer candidato (que no declinó por Kilicdaroglu), solo obtuvo el 5.4% de la votación. Ahora en esta segunda vuelta donde él no participará, será importante constatar hacia quién se decanta, invitando a sus seguidores a apoyar a uno u otro candidato.
Sin embargo, dado el número de votos ya a favor de Erdogan, todo hace suponer que el 28 de mayo obtendrá la mayoría requerida para continuar en la silla presidencial. Concreta con ello un gobierno autoritario basado en el populismo, que ofrece a millones de turcos programas asistencialistas, con un alto costo tanto para la democracia, los derechos humanos y la libertad en Turquía, sin olvidar el costo que significa también para las arcas del Estado.
Y tal vez la lección más importante, tanto para Turquía como para el resto del mundo es que una vez que un político con propuestas autoritarias llega al poder, es casi imposible quitarlo. En este caso, aprovechando las necesidades de los turcos, Erdogan, el dictador, se aferra al poder. Veremos qué sucede el 28 de mayo. El pronóstico no es alentador.
POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM
@MALOGUZMANVERO
LSN