Echó a andar la cuatroté la maquinaria sediciosa contra la autonomía de nuestra Universidad Nacional Autónoma de México, con el objeto de integrarla al mundo ideal del presidente Andrés López Obrador, ese en el que la ciencia, la cultura, las artes, la academia, la tolerancia y la pluralidad son un lastre para la “felicidad” de los gobernados.
No importa si la máxima casa de estudios, hoy por hoy, esté a la par de las universidades de Barcelona y la Complutense de Madrid, ni que sea la mejor institución de educación superior en Latinoamérica, de acuerdo con el ranking Higher World’s Most International Universities 2023, difundido en enero pasado.
De hecho, la constante es que el gobierno actual y sus huestes arruinan o sepultan instituciones y programas sólo por funcionar aceptable o perfectamente sin su sesgo ideológico, como hizo con la CNDH, el Conacyt, el Seguro Popular, el INAI, las estancias infantiles, el CIDE, Notimex…
Y para la UNAM, el presidente pide someterla a una “reforma profunda”. Por ello, sus peones en los campus usan el pretexto de la supuesta falta de fondos para las becas de manutención Elisa Acuña, las cuales debían ser cubiertas vía la SEP. La universidad indicó que ni siquiera se consideraron recursos en el Presupuesto de Egresos de este año, pero Educación Pública asegura que le entregaron 802 millones 940 mil 354 pesos.
Entre que son peras o son manzanas, la institución a cargo de Enrique Graue se comprometió a cubrir, con recursos propios, el monto de las becas que benefician a miles de alumnos. Pero en las asambleas “estudiantiles” realizadas en los campus de la UNAM se siembra la narrativa de que el dinero sí llegó a la rectoría, pero no se ha repartido como debía.
Es la mecha que busca prender la cuatroté para detonar un paro general, que en rectoría presumen sería largo si se consuma, pues las huestes del régimen incrustadas en la universidad, muchos de ellos integrantes al STUNAM que buscan favores del gobierno, dificultarían la construcción de acuerdos e irían sumando demandas a su pliego petitorio.
Por ejemplo, elegir al rector de la UNAM a través del voto directo de toda la comunidad y despojar de esa facultad a la Junta de Gobierno, como lo propuso Morena en San Lázaro, sin éxito en marzo pasado, a través del diputado Armando Contreras.
Quieren aplicarlo en noviembre, cuando Graue termine su periodo, para colocar en la Torre de Rectoría a un 100% leal al obradorato. Lo peor de todo es que perciben una comunidad apática, que si bien no respalda aún la idea del paro ni las banderas inventadas para consumarlo, tampoco se nota dispuesta a que el espíritu hable por la raza.
Y siendo honestos, en Morena saben perfecto que para cerrar cada uno de los planteles de la universidad no se necesitan hordas de estudiantes y académicos; basta y sobra con una decena de rijosos adoctrinados, que se sientan “revolucionarios” como el Ché.
POR RAYMUNDO SÁNCHEZ PATLÁN
RAYMUNDO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@R_SANCHEZP
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