Desde noviembre pasado, cuando tuvo lugar la primera marcha en supuesta defensa del INE, he llamado la atención de que tal objetivo es una gran mentira que, lamentablemente, muchos de los asistentes se han tragado ciegamente sin siquiera conocer lo que dice la reforma electoral. Ni el INE va a desaparecer, ni el gobierno va a controlar las elecciones (como lo hacían el PAN y el PRI a través de sus consejeros electorales a modo), ni a nadie le van a quitar su credencial de elector.
Les sugeriría que lean la reforma sin prejuicios ni sesgos, para que se enteren de lo que verdaderamente se trata, y que no se vayan con la finta de triunfalismos desbordados; es cierto que la asistencia fue nutrida, pero de eso a que sean una mayoría hay una enorme diferencia. AMLO y la 4T siguen teniendo el respaldo de la inmensa mayoría de las y los mexicanos y eso se demuestra en la cantidad de gubernaturas que en estos cuatro años la oposición ha perdido ante la 4T, a las que este año se sumarán Coahuila y el Estado de México.
De lo que verdaderamente se trató la marcha (y esto es lo que no comprenden quienes se van con la finta de la falsa defensa del INE) es de la confrontación de dos proyectos de nación.
El que marchó el domingo es el proyecto de quienes hundieron a México por décadas y hoy quieren regresar al poder para volver a saquear al país y hacerse ricos a costa de la gente; quienes odian a AMLO porque ya no pueden hacer negocios turbios al amparo del poder, quienes quieren reinstaurar el pasado de corrupción, de privilegios, desvíos de recursos, servidores públicos coludidos con el narcotráfico, moches, fobaproas, toallasgates, estafas maestras, estelas de luz, oceanografías, aviones de lujo, agronitrogenados, casas blancas, sobornos para aprobar reformas, y tantos otros casos de corrupción.
No demerito a quienes marcharon por convicción, pero sí les cuestiono que se sumen a una marcha organizada por la misma clase política y empresarial que hundió al país por décadas, que fue repudiada en 2018 y sigue siendo repudiada elección tras elección. Es una ingenuidad creer que esa clase política y empresarial se ha redimido y ahora defiende la democracia; lo único que quieren es volver al pasado de corrupción y privilegios y manipulan a la gente haciéndole creer que están defendiendo el derecho al voto.
En estos cuatro años la 4T ha puesto fin al dispendio, a los moches, a los desvíos de recursos; sentó las bases para el acceso universal a la salud sin privatización, hubo acceso a las vacunas covid a toda la población, los programas sociales llegan a quienes más lo necesitan, se superó la crisis económica derivada de la pandemia sin aumentar impuestos y sin rescates a grandes empresas, se han realizado obras estratégicas para detonar el desarrollo y abatir la brecha de desigualdad regional, se reformó la educación para devolverle su visión social, se impulsa a las juventudes y se trabaja en la reducción de la violencia criminal, que es legado de décadas de abandono del prianismo que ahora marcha en supuesta defensa de la democracia.
No hay peor ciego que el que no quiere ver.
POR BENJAMÍN ROBLES MONTOYA
COLABORADOR
@BENJAMINROBLESM
LSN