Frecuentemente los nombramientos denominados “políticos” en la diplomacia mexicana crean controversias. La Constitución Política, Artículo 89, otorga esa facultad al Presidente de la República con la aprobación del Senado. Sin embargo, el nombramiento “político” de Embajadores y Cónsules Generales debe y debería estar determinado por una política exterior de estado acorde con el interés nacional, en función de su seguridad, bienestar y la promoción de sus valores.
Las situaciones polémicas de los “nombramientos políticos” surgen cuando la sociedad percibe con cierta suspicacia, que estas designaciones están determinadas por intereses políticos o ideológicos de un grupo, amistosos o de pago de favores, agradecimientos y premios y no en función del interés nacional. Esta situación ha prevalecido, con mayor o menor intensidad, en diversos sexenios presidenciales hasta nuestros días.
La diplomacia es el arte de la negociación, la herramienta para alcanzar los objetivos nacionales, en la cual la experiencia es fundamental y no permite improvisación. México cuenta con un servicio exterior de carrera de reconocido prestigio. En nuestro continente, México y Brasil, el coloso del sur, destacan por contar con un servicio exterior profesional de carrera.
En las últimas décadas se han integrado al servicio exterior mexicano (SEM) personalidades, que, sin pertenecer al mismo, han desarrollado una excelente labor. Ha contado con dos premios Nobel en las figuras de Alfonso García Robles (Nobel de la Paz) y Octavio Paz (Nobel de Literatura). Ha destacado el trabajo de Cancilleres de la talla de Jorge Castañeda y Álvarez de la Rosa, de Bernardo Sepúlveda Amor y de Rosario Green o figuras especializadas y de gran envergadura como el Embajador Sergio González Gálvez. Sólo por mencionar algunos de una cadena de funcionarios comprometidos con México y el servicio exterior mexicano.
Una correcta selección de diplomáticos es imprescindible para ocupar un lugar en el ámbito internacional. El Artículo 1 de la Ley del Servicio Exterior Mexicano (LOSEM), subraya que el SEM es un cuerpo permanente de servidores públicos, miembros del personal diplomático del Estado, encargado de representarlo en el extranjero y responsable de ejecutar la política exterior de México. El Artículo 41 especifica que los funcionarios diplomáticos deberán abstenerse de incurrir en conductas de naturaleza partidista o electoral incompatibles con el desempeño de su función pública.
Un servicio exterior profesional es un órgano de servidores públicos con vocación y capacidad, por encima de intereses políticos personales, clientelismo o nepotismo, varios de los nombramientos políticos han recaído en mexicanos de reconocida trayectoria, pero hay también un gran número de nombramientos que son cuestionables. Al igual que los nombramientos diplomáticos, se requiere contar con una Cancillería especializada, ajena a intereses partidistas.
Es necesario evitar la desprofesionalización del servicio exterior de carrera y su desplazamiento con nombramientos políticos, sin el dominio del quehacer diplomático requerido, que también inhibe el desarrollo profesional de nuevos embajadores y funcionarios diplomáticos, quedando a la deriva experiencia y capacidad (experimentado por el que escribe este artículo en una embajada en un país centroamericano, que conllevó también el retiro del SEM).
Un país de la magnitud e importancia internacional como es México, requiere permanentemente fortalecer su servicio exterior de carrera, dotarlo de suficientes recursos económicos y humanos. Debe ser visto como un ente profesional y especializado.
POR OMAR HURTADO
EMBAJADOR EN RETIRO
TWITTER: @JOMARTW
FACEBOOK: JOMARMX HC
PAL