Columna invitada

Nochebuena

Es nochebuena, el aroma a ponche invade el vecindario, Verónica hace gala de su amor por la cocina

Nochebuena
Rubén Martínez Cisneros / Columna invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: Foto: Especial

Es nochebuena, el aroma a ponche invade el vecindario, Verónica hace gala de su amor por la cocina y expresa, me quedó muy sabroso, le puse de todo, ciruela pasa, tejocotes, tamarindo, caña, canela, manzana, pera; mientras Sarita, presumía, sus tortas de bacalao, romeritos y los tamales quedaron deliciosos; doña Práxedis, Eduviges y Sidronia, terciaban, pero nosotras te ayudamos y las risas se hicieron escuchar.

Por su parte, don Cándido y Filogonio, colgaban la piñata de siete picos que representan los siete pecados capitales: soberbia, avaricia, lujuria, gula, envidia, ira y pereza, arreglaban la extensión de luz, el patio lucía limpio y ordenado, adornado con serpentinas, faroles, globos; mientras Madaí daba los últimos arreglos al nacimiento y esperar a los peregrinos y arrullar al Niño Dios, Lucian y Dario, se empeñan en poner dinosaurios y carritos a un lado del pesebre.

Las niñas y niños, corren de un lado a otro, la alegría invade la vecindad, los silbatos y espantasuegras son sus acompañantes; otros encienden luces de bengala, Eustaquio les advierte, no se vayan a quemar, María Paula juega con Alejandro, ambos con sus gorritos de cartón.

Fueron los misioneros agustinos quienes introdujeron los Actos Sacramentales de Navidad entre los indígenas de México, con la finalidad de persuadirlos a llevar a cabo la fiesta que le ofrendaban al dios Huitzilopochtli, en su advenimiento; Jesús C. Romero en su libro Nuestras Posadas, escribe, “acaecido precisamente hacia el solsticio del invierno y el cual coincide con la fiesta de la Navidad”.

En el libro Crónicas y Leyendas Mexicanas, encontramos el texto Mosaico Navideño, escrito por Tina G. Mondragón, “…La primera Navidad celebrada en nuestro país sucedió en la Ciudad de México en 1528, bajo la dirección de Fray Pedro de Gante; aunque algunos historiadores sostienen que fue en 1523…Corría el año del Señor de 1587, cuando se celebraron las primeras posadas en México. El convento de Acolman, de los agustinos, fue la escenografía para el convite litúrgico. Y se cuenta que fue el fraile Diego de Soria, superior del lugar, quien solicitó ante la Santa Sede permiso para celebrar anualmente un novenario del 16 al 24 de diciembre”.

Se escucha, “En el nombre del cielo os pido posada, pues no puede andar mi esposa amada…Entren. Santos Peregrinos, peregrinos reciban este rincón. Aunque es pobre la morada, la damos de corazón…”.

La alegría inunda a las familias, reunidas alrededor del pesebre, entonan, “Duerme, duerme dulce Niño que mañana es Navidad: a la ru, ru, ru, a la ro, ro, ro mi Niño duerme ya” y agregan “A la rorro Niño, a la rorro ro, te ofrezco mi vida y mi corazón…”.

La felicidad y los gritos de las niñas y niños se siente en el ambiente, cuando Filogonio baja la piñata, los chamacos ven con alegría y le den palazos, los vecinos gritan, “No quiero oro ni quiero plata, yo lo que quiero es romper la piñata.”

“Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”.

POR RUBÉN MARTÍNEZ CISNEROS 

COLABORADOR

MAAZ

 

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